No había comenzado el pleno y la portavoz del PSOE, Patricia Hernández, y el del CC, Alfonso Cabello, se enzarzaron en una pelea dialéctica en la Junta Universal de la Sociedad de Desarrollo. Más allá de formalismos, la oposición rechazó ser testigo del regreso de Evelyn Alonso a una de sus área de poder.

Nueve de la mañana. Macu Fuentes, la concejala de Anaga, no había acabado de colocarse en el reposapiés y volaron los reproches de izquierda a derecha y viceversa entre la portavoz socialista y su homólogo nacionalista. Antes del pleno se convocó la Junta Universal de la Sociedad de Desarrollo para oficializar el regreso de Evelyn Alonso con las competencias que le devolvió un juez. Y el PSOE encontró un resquicio legal para aguarle la fiesta a la concejala de Ciudadanos que juega en las filas del Gobierno local. Más allá de si estaba bien constituida o no, PSOE y Matilde Zambudio no querían ser los testigos de «esa boda». Intentaron suspenderla, no lo consiguieron y se fueron, después del acaloramiento del alcalde que por activa y pasiva intentó sin éxito marcar y acotar a la portavoz sociales que entraba en escena sin pedir la palabra, entre las miradas cómplices entre Patricia Hernández y José Ángel Martín, satisfechos por haber sacado de sus casillas a Cabello y Bermúdez.

Mirada cómplice entre Patricia Hernández y José Ángel Martín. María Pisaca

Más que el contenido del debate, llamaba la intensidad del debate, que demuestra los buenos alimentos con los que algunos se desayunan a tenor del vigor de su dialéctica mañanera.

Sin tiempo para la publicidad, acabó la Junta Universal. Entró el equipo calle y los jugadores de refresco y arrancó el pleno, una sesión que en Santa Cruz se vive en tres dimensiones: una, la defensa de las mociones; otra, las bombas de profundidad y mensajes subliminares que se marcan otros –hasta Ayuso, Pedro Sánchez o Casado salieron a relucir en algún momento de la sesión– y la tercera dimensión, el pleno que animan algunos de los concejales no proponentes a través de sus perfiles en redes sociales.

El acalorado debate fue menguando, como el interés por los puntos desgranados, desde los desahucios a las obras en la calle Barranquillo o la situación de García Escámez para desembocar el manual ético del uso de las redes sociales, el debate sobre el estado de las instalaciones deportivas –en las que Elena Mateo confundió el barrio de La Multa con Yanira de Ofra, sus compañeros miraron para otro sitio y Dámaso Arteaga la remachó– o los cinco lobitos de Díaz Guerra con los que explicó cómo se ejecuta el plan de asfalto: uno lo elaboró (Dámaso Arteaga), otro lo adjudicó (José Ángel Martín) y el propio Díaz Guerra lo puso en marcha. Lo mejor, la intervención vecinal que acercó la realidad de la calle.