Benigno y Saturnina están sofocados en su propia casa, en el caserío de Catalanes, en la Anaga profunda, donde llegar cuesta Dios y ayuda, por lo menos telefónica para confirmar que las señas dadas son las correctas y el visitante no anda perdido entre las veredas de la zona. Y con suerte, porque la pista que enlaza desde la carretera de la cumbre hasta cerca de la casa de Benigno y Saturnina está acabada por un atezado de hormigón.

Con respiración agitada y entre el lamento de ella, Saturnina nos recibe con un lamento. Ayer tuvieron que ir ayer a hacerse una analítica y fue toda una odisea para salir desde su vivienda hasta que llegaron al consultorio médico y volvieron. De resto, permanecen encerrados en su propia casa y ahorran las salidas que no sean necesarias. Tu testimonio confirma la denuncia realizada por los dirigentes vecinales de Afur, Goya Alonso, y de Roque Negro, José Iván Rodríguez, que cuentan que desde el pasado mes de diciembre el Cabildo suspendió el servicio de acompañamiento que tenía subcontratado a Cruz Roja. “Venían una o dos veces a la semana y hasta le traían productos básicos o los acompañaban al médico, a la prueba del control del sintrom, a las citas médicas, a la fe de vida cuando los bancos requerían su presencia, a cobrar, hacer la compra, o a una consulta privada del dentista o el oculista... Era personal que estaba especializado y estaba preparado. Venían con su sillita y los subían hasta un 4x4 que los subía por la pista y de ahí a donde hiciera falta”.

Este servicio quedó en aguas de borraja a finales de diciembre. José Iván muestra un recorte de prensa que evidencia que estuvo en servicio el verano de 2016. “El servicio de acompañamiento no es un artículo de lujo para los vecinos de la zona, sino que les va la vida; además en Anaga hay mucha población de avanzada edad que se ha visto privada de esta cobertura que facilitaba el Cabildo”, se lamenta.

La dirigente vecinal de Afur, Goya Alonso, elogia también la prestación que daba Cruz Roja. “Es una de las mejores cosas de las que había puesto en marcha el Cabildo. Vamos, la mejor para los mayores y, sin embargo, he llamado a la consejera de Acción Social, Marián Franquet, y de las cien mil veces que lo he hecho no he tenido ni una devuelta”.

El Quinteto de Anaga

Para articular y facilitar la prestación del servicio de acompañamiento, los cinco caseríos de Anaga de Taborno, Afur, Roque Negro, Casas de la Cumbre y Catalanes constituyeron la asociación de mayores El Quintero de Anaga, que permitió una mejor organización. “Se trataba de un servicio básico para velar por la calidad de vida de los mayores; no es un artículo de lujo, sino que en este servicio le va la vida a los mayores de la zona, como es la tónica habitual en la zona de Anaga”.

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Mayores de Anaga Carsten W. Lauritsen

Tanto José Iván Rodríguez como Goya Alonso aseguran que durante estos cinco años han recibido servicio una docena de mayores de Afur, más una decena de Casas de la Cumbre, una quincena en Roque Negro, ocho en Taborno, y entre una veintena y treintena que se reparten por Las Carboneras, Chinamada, El Batán, Taganana, Almáciga, Benijo, Chamorga o Catalanes. “Lo menos un centenar de personas”. “Es no corresponde a ningún ayuntamiento, porque aquí en Anaga unos pueblos o caseríos pertenecen a Santa Cruz y otros a La Laguna, y alguno a Tegueste, pero el servicio lo cubría el Cabildo de Tenerife”.

La odisea de llegar

Ya llegar a la casa de algunos de los usuarios “tiene premio”. En el caso de Benigno y Saturnina afrontan el día a día, desde que a finales de diciembre el Cabildo suspendió el servicio, de la mano de sus hijos. Los dos eran naturales de Catalanes. Allí contrajeron matrimonio hace 65 años.

Durante la conversación, que Saturnina mantiene como su conociera a su interlocutor de toda la vida, Benigno le pide que traiga “su tesoro”. A duras penas, con una andadora y sorteando los dolores, se dirige al cuarto de matrimonio de forma pausada, al ritmo de Anaga y que su movilidad le permite. De regreso, en sus brazos, un baúl con una inscripción en plata. La andadora obliga a vivir a Saturnina a cámara lenta, y no ha salido de la vivienda. Junto a Saturnino, que el paso de los años le privó la visión, coloca en su regazo el cofre que abre y... a aparece la fotografía individual de los dos miembros del matrimonio y cada una de las imágenes de sus doce hijos. Sin duda, son su tesoro, y más en estos tiempos donde se han quedado sin el servicio de acompañamiento que le prestaba el Cabildo. Durante la visita, Lourdes, una de las hijas que ha pedido días libre en el trabajo para acompañar a sus padres por la mañana. El día anterior estuvo Reme, y hoy irá a acompañar a Benigno y Saturnina su esposa e hijo del matrimonio. “Entre los hermanos nos organizamos como podemos para ver quién tiene días libres o de asuntos propios o vacaciones para acompañarlos”.

En la conversación, Benigno se muestra agradecido y conformista. Él se labró la vida haciendo carbón, también se dedicó a la agricultura o haciendo galerías no solo en el sur y el norte de Tenerife, sino hasta en La Palma. Con doce hijos, ni falta hace describir la ocupación de Saturnina, el sostén de la familia.

“Antes no había pistas y subíamos desde casa caminando para llegar al colegio. Luego pusieron en marcha la Escuela Hogar, en La Esperanza, y nos quedábamos de lunes a viernes, y regresábamos a casa los fines de semana”, recuerda su hija, Lourdes. “Cuando regresaban aprovechaba el fin de semana para tenerles toda la ropita preparada para el lunes por la mañana”, cuenta Saturnina. “Yo me crié descalzo pero a ellos no les faltó calzado; no sería de buena calidad, pero tenían”, cuenta sin perder su sonrisa Benigno, que acceden a sacarse en su terraza una fotografía con la finca donde tienen plantadas unas papas. Lourdes, su hija, recuerda: “Imagínate antes cuando llovía y nosotros a pie hasta la carretera, donde arriba nos recogía un micro”.

Benigno y Saturnina se recuperan del Covid que les visitó a finales de septiembre y que les obligó a estar casi dos meses hospitalizados. Ella asegura que el tiempo que permaneció hospitalizada le quitó movilidad. La falta de ayuda es la tónica habitual para una población de edad avanzada que espera que el Cabildo devuelva el servicio de acompañamiento.