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Zona protegida por los niños

‘Proyecto Faro’ inculca a los más pequeños el mensaje de que otra sociedad es posible y que lo malo se puede convertir en positivo

El Proyecto Faro llega a colegios como el CEIP TíncerCarsten W. Lauritsen

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El CEIP Tíncer, junto a los colegios ElTablero y Santa Cruz de California –en El Sobradillo–, se suman desde el trimestre pasado al Proyecto Faro. Casi como un juego, los niños pintaron un futuro mejor y esas obras darán forma a un cartel que advertirá a los mayores: “Atención, zona protegida por los niños del Suroeste”. Con una carga afectiva, pedirán respeto con el entorno y, a la vez, predicarán con el ejemplo: transformarán envases de yogur en semilleros. 

El Proyecto Faro está inmerso en su segunda fase. El pasado mes de diciembre, cuando este periódico daba cuenta de la labor desarrollada para transformar en un parque con flora autóctona el vertedero incontrolado en el que los desaprensivos habían convertido la última rotonda de La Gallega, monitores de la asociación que dirige Eliezer Marrero desarrollaban una labor callada en los Centros de Educación Infantil y Primaria (CEIP) El Tablero, Tíncer y Santa Cruz de California para inculcar en los alumnos, con la colaboración del profesorado, la necesidad de lanzar un mensaje positivo que se cultivaba en las aulas y que, con una carga de sentimiento, se prepara para lanzar a las plazas y calles de los pueblos y barrios del Distrito Suroeste, que dirige el nacionalista Javier Rivero.

La rotonda de La Gallega es la punta del iceberg de la tarea que desarrolla Proyecto Faro y que se construye por círculos concéntricos, que van involucrando cada vez a más sectores de la sociedad hasta sumar al mayor número de vecinos y conseguir revertir situaciones que, incluso, suponen un atentado contra el entorno natural o facilitan la incorporación al mercado laboral de quienes han llegado a Proyecto Faro estando acogidos en el sistema de protección de menores.

Así, la rotonda de La Gallega hoy está acotada por bolsas de escombros que donaron ferreterías de la zona para reunir en su interior el material de quienes lo acumularon en un espacio público. Un equipo organizado por Proyecto Faro, con la colaboración, incluso, del concejal y el director del Distrito Suroeste junto a menores acogidos en el sistema de protección, recogieron los escombros, los embolsaron y hasta el artista urbano Ray Pérez prestó su colaboración para pintar unas flores. Con las bolsas acotando este espacio, desde ayer ya se puede localizar en el referido lugar un incipiente parque de especies naturales protegidas.

Eliezer Marrero, ‘alma mater’ del proyecto Faro. | | CARSTEN W. LAURITSEN

De la rotonda a las aulas

En paralelo a la labor de mejora en la rotonda de La Gallega, el equipo de Eliezer Marrero desarrollaba su Proyecto Faro en algunos colegios del Distrito del Suroeste con el mismo objetivo: transformar lo malo en bueno e inculcar en la sociedad el valor del respeto y la necesidad de un frente común que no se sustenta en la economía, sino en los principios.

Proyecto Faro promueve una nueva forma de ser, rescata valores y el respeto por el ayer y el entorno y hasta crea una jerga. Sirva como ejemplo el banco del tiempo, donde la dedicación o implicación en el proyecto se permite como moneda de cambio para involucrar y sumar. Así, si tienen necesidad de un local, acuden a una asociación que se lo presta y, como moneda del trueque, ellos se ofrecen a ayudar en donde no llega el colectivo que le cede su sede.

El Proyecto Faro, en el particular del CEIP Tíncer, llega gracias a la implicación del profesorado y, en especial, el equipo directivo que está al frente desde hace cinco cursos, con Laura Nazco, su directora karateka, que ha contagiado el valor del deporte a la gestión del centro, encontrando la complicidad de Marina García, la jefa de Estudios, en sus claves del éxito. Antes del Proyecto Faro, ya este centro ha apostado abiertamente por valores como igualdad, salud, sostenibilidad... en los que fomentar un proceso de formación profesional como docentes, explica Marina García. La clave: la apertura del centro al barrio y la educación comunitaria.

Ese fue el punto de encuentro con Proyecto Faro, donde ha sido decisiva la implicación de los centros para mostrar a los niños que son claves para concienciar a la sociedad, siendo Mi Medio de Luz, un concurso que reunió más de 600 dibujos que darán forma a una pancarta con el mensaje Atención, zona protegida por los niños del Suroeste. Pero no es un mensaje de boquilla. Ahora, en Proyectando luz transforman el plástico de sus yogures en semilleros que se reutilizarán, cuando se planten, en nidos hechos con garrafas de agua para pájaros, en primavera, o en un muro de plástico... Y todo, para proyectar un Distrito de Luz en el que suman todos.

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