Inmaculada Fuentes, la concejala del Distrito de Anaga, cita a las tres de la tarde para realizar una visita a Afur, al encuentro con la dirigente de la asociación de vecinos de aquel caserío, para conocer de primera mano la incidencia que ocurrió el pasado domingo –cuando unos coches privados bloquearon el viradero de la guagua durante más de dos horas– y la solución que plantean –acotar el margen derecho de la carretera, según se sale, para impedir que aparquen los vehículos y pueda transitar así el micro que va a diario desde La Laguna al caserío de Afur–.

La expedición parte a las tres de la tarde. Cuando muchos se recogen dando por terminada su jornada labora, Macu –como la conocen familiarmente y entre los vecinos– inicia su puerta a puerta por los domicilios de los trece pueblos, barrios y caseríos de Anaga. “Oficialmente son trece, pero yo cuento que son diecisiete porque, por ejemplo, en Almáciga hay varios núcleos, como el Roque, que tienes que visitar y que no están cerca entre sí”.

Anaga, tan cerca y tan lejos

De camino a Anaga se descubre la amplitud del municipio de Santa Cruz de Tenerife, máxime cuando se adentra por una orografía escarpada y limitada por angostas carreteras que permiten disfrutar de un delicioso paisaje que hasta anima a conocer a la compañía del pasaje del coche.

Junto al compañero gráfico Carsten Lauritsen, se suma la concejala de Anaga rumbo a San Andrés, para subir por la carrera de Taganana para hacer un alto a la casa de Fulgencio Ramos y su esposa Mari Siverio, que celebran la ejecución de la mejora de los caminos de Casas de la Cumbre –como publicó EL DÍA en su edición de ayer– y ya hacen su particular carta a la responsable del distrito: ahora, al menos dos puntos de luz en junto a la casa forestal. “Pero no te preocupes que eso lo vemos después”, anuncia Macu Fuentes.

De camino a la casa de Fulgencio, la concejal muestra su lado más humano, a sabiendas de que no hay cámaras y micrófonos como si de una rueda de prensa se tratara. Vecina de Valleseco, recuerda cuando estuvo metida en las comisiones de fiesta del barrio; luego se casó, se marchó a trabajar a Fuerteventura, entre 1990 y 1997, y regresó a Tenerife. Desde 2011 está vinculada al ayuntamiento: primero, como secretaria de la que fuera concejala de Tráfico Carmen Delia González y, luego, de su sucesor, José Alberto Díaz-Estébanez. A partir de 2015 asumió la dirección del Distrito de Anaga, área geográfica que desde el 13 de julio pasado gestiona como miembro de la candidatura de CC que lideró José Manuel Bermúdez al Ayuntamiento. “Yo no soy política de ocho de la mañana a tres de la tarde, sino que me debo a los vecinos de Anaga y por la tarde dedico a visitarlos para conocer sus necesidades”, precisa.

Ejercicio práctico: falla la luz

Fulgencio y Mari no limitan la visita a un saludo de cortesía; son unos exquisitos anfitriones y nos sorprenden con una sopa de marisco y una tortilla para amenizar la conversación con la concejala, a la que le trasladan su agradecimiento por la mejora de los caminos y le exponen como vecinos de la zona las necesidades de mejorar la zona de la luz. “Tranquilo, Fulgencio, que eso está pedido, pero hay que ver la propiedad del suelo; si no, hay que justificar la urgencia o pedírselo al Cabildo”. A Fulgencio no le importa mucho de quien sea la propiedad del terreno, le preocupa que hicieron obras en la casa forestal y no aprovecharon para poner luz, justo donde gira el micro de Titsa, que enlaza La Laguna con Afur, porque “no hay transporte público que suba desde San Andrés”, eso es otra de las cosas que también hemos planteado desde el Ayuntamiento, asegura la concejala.

Tardó más en colocar los platos en la mesa de la cocina Mari que en cubrir la bruma y apagar la vista desde el mirador de la terraza de Fulgencio. Comienza a llover y nos refugiamos en un pequeño corredor de la vivienda que sirve de antesala de la cocina; nos sentamos para disfrutar del almuerzo y... ¡plaf!, falla la luz. “¿Y ahora?”, se pregunta Mari, a lo que su marido le resta importancia: “No te ocupes que si tarda, bajo los plomos y le doy a un motorcito que tengo ahí”, le recuerda.

Pasa casi una hora y reina la tranquilidad en la vivienda que parece levitar en la bruma que se adueña del entorno. De pronto, saltan los mensajes de los móviles; se había perdido la cobertura a consecuencia del fallo en la luz y nosotros sin enterarnos. Cinco de la tarde; la noche comienza a echarse encima y sin poder contactar con Goya Alonso, presidenta de la asociación de vecinos de Afur por falta de cobertura.

Rumbo a Afur entre la niebla

De casa de Fulgencio, en busca de Goya. La telefonía juega una mala pasada. Justo cuando nos marchamos, regresa la luz a la vivienda de Casas de la Cumbre, pero no se recupera la telefonía, con independencia de la compañía que se trate. Desde las cinco y hasta que acabamos la ruta de regreso, dos horas y media después, la zona de Anaga había quedado incomunicada de una forma fija discontinua, porque eran más los ratos que no teníamos cobertura que cuando se recibía algún mensaje alertando a la concejala de alguna incidencia por la lluvia.

El palo de agua que sorprendió a los visitantes en Casas de la Cumbre se relajó y permitió avanzar entre la neblina rumbo a la vivienda de Goya, antes de bajar a Afur para conocer la situación del viradero de la guagua. Por el trayecto, primer desprendimiento que pone a prueba el vehículo de segunda mano recién adquirido entre el susto de los acompañantes. “Para, a ver si se le pasó algo por debajo; eres un brutito”, le reprochan al conductor, antes de continuar a Afur. En el trayecto, cada cien o doscientos metros, algunas piedras caídas de la ladera que no impiden la circulación, solo temer que caigan sobre el vehículo. Alto frente a la casa de Goya, que marchó a Las Mercedes porque la cobertura le impidió recibir la llamada telefónica y los mensajes de la concejal, quien, para no perder el viaje, conmina a llegar hasta el viradero. Bajo la lluvia, salimos a conocer la zona de la parada de guaguas de Afur, junto a un amplia aparcamiento, bien señalizado, en la parte baja del caserío. Nadie diría que quede pequeño los domingos, cuando los senderistas y visitantes aparcan en los márgenes de la carretera de salida, incluso, e impiden que puedan maniobrar la guagua por debajo de José el Cañón, hermano de Goya Alonso. “Aquí le vamos a poner unas vallas para impedir que aparquen”, dice Macu, mientras llama a Goya por teléfono. En la conversación, la presidenta de la asociación comenta que hasta ella misma está decidida a comprar unos conos y ponerlos ahí para evitar que la guagua que quede colapsada durante más de dos horas y media, como ocurrió el pasado domingo.

Carrera de obstáculos

Salida de Afur y adiós de nuevo a la cobertura telefónica. No son las seis de la tarde y la noche se hace según vamos subiendo, como si rumbo a Santa Cruz alguien fuera activando la obscuridad, en medio de un terreno desconocido para el conductor, quien disfrutó en primera persona del tópico que titulan los periódicos cuando llueve en Anaga: “desprendimientos en las carreteras”.

Avanza cien metros y es raro el tramo que no tenga que reducir, parar o desviarse para no llevarse por delante las piedras que se han adentrado en la carretera. Niebla. Lluvia. Sin cobertura telefónica. De nuevo se acelera la marcha. Unas piedras en el margen derecho nos obligan a parar. La concejala y el fotógrafo se bajan para dejar expedita la carretera, escarmentados quizás por el susto de antes. Empapados, se suben al vehículo para seguir la marcha. El móvil no funciona, pero Macu lanza un mensaje. “Compañeros, salimos de la TF136 y vamos por la TF12, hay algunos desprendimientos, por su pueden actuar”. La telefonía nos mantiene incomunicado. Tan cerca y tan lejos de Santa Cruz... La concejala evidencia su destreza con el nombre de las carreteras, y parece tener alma de policía cuando se refiriere al viario por su nomenclatura oficial. Al llegar a la casa forestal, sobran explicaciones. Está totalmente a oscuras; aquí es donde Fulgencio pide luz. Continúa la ruta rumbo a San Andrés. Cerca del kilómetro 16, justo en una curva, el conductor de un jeep cambia una rueda, víctima de una piedra de los desprendimientos. Más adelante, pasado el cruce de Chamorga, una grúa retira un coche de alquiler y advierte de otro desprendimiento antes de llegar al campo de fútbol, donde se bajan de nuevo para retirar las piedras los compañeros de viaje entre sobresaltos. Al llegar a San Andrés, vuelve la cobertura telefónica, pero falla la luz por tramos de autovía. La otra cara de un vergel llamado Anaga.