Casi una treintena de alumnos del Colegio Hispano Inglés de la capital tinerfeña se adentraron en el vivero municipal de Santa Cruz, donde se cultivan 400 variedades de plantas. De la mano del encargado recibieron una lección práctica del ciclo de vida vegetal y disfrutaron de la oportunidad de elegir el árbol que se plantará en una rotonda próxima al centro. Hasta aclararon dudas, más allá del compost o el tiempo que tarda una semilla en brotar.

Veintisiete niños de sexto “C” de Primaria del Colegio Hispano Inglés inauguraron ayer las visitas al vivero de la capital tinerfeña, que alimentó no solo la curiosidad de los pequeños sino, incluso, de su tutora y profesora de Francés, Nilda González Mendoza.

La jornada comenzó a las nueve de la mañana. El propio director del Distrito Centro de Santa Cruz, Horacio Pérez, supervisó la salida de los pequeños desde su colegio, en las Ramblas, hasta el vivero municipal, en el barrio de La Salud, en medio de estrictas medidas de seguridad: mascarillas, dos guaguas a pesar de que sólo eran 27 niños para garantizar el distanciamiento social entre miembros del grupo de convivencia escolar.

Ya en las instalaciones municipales, los pequeños tuvieron un profesor de lujo: Francis García, encargado del vivero desde hace ocho años, que junto a las explicaciones, centradas en la labor diaria -desde que se prepara la tierra, se consiguen las semillas, se plantan y cultivan hasta que finalmente se trasplanta- tuvo que sortear las preguntas de los alumnos, propias del Pasapalabra.

Antes de iniciar el paseo por los doce mil metros cuadrados, Francis insistió en los consejos marcados por el protocolo de seguridad. Y cuando empieza a explicar, primera pregunta: “¿Aquí hay plataneras?”. “Sí, aunque son un como más pequeñas y con otro nombre”, le respondió. Prueba superada. Los niños habían acudido al vivero para elegir el árbol que se plantará en la rotonda que se habilitará frente a la Cafetería Melita, en la parte trasera de su centro.

Mientras algunos de mayores que acompañan a los pequeños se entregan a compartir sus experiencia personales -”yo tengo dos hijo”, “igual que yo”...-, Francis continúa con la lección. “Aquí tenemos dos invernaderos de 250 metros cuadrados cada uno y una planta de compostaje de 500 metros cuadrados”, apuntó mientras dirigía el grupo. “Aquí se pican las hojas de los árboles y junto a otra materia vegetal se forman pilas, que se mezcla con césped y agua, en un proceso que dura unos quince días. Los 80 metros cúbicos iniciales que forman las pilas se reducen a quince después del proceso de cribado. Luego se realiza el control de temperatura que permite conocer cuándo se ha formado el compost”, explica ante el asombro de los pequeños, que pidieron que se activara la máquina que hace la criba. Dicho y hecho. Aunque Francis se esforzaría en explicar que en las instalaciones hay más de 400 variedades o que el año pasado se trasplantaron en los parques más de 17.000 unidades que se cultivaron allí, los pequeños se quedaron atónitos con la máquina del compost.

Recorrido por la mesa donde se sacan semillas y se plantan, para luego colocarlas a la “mesa caliente”. Alguno imaginó, sin éxito, que se podría llevar una mata, aunque fuera pequeña, para su casa. Francis preguntó: “¿Alguien quiere ser jardinero?”, a lo que Lucas Cebrián le respondió: “Yo quiero ser biólogo marino”.

Francis sigue con la lección. “Aquí tenemos dragos y palmeras canarios; algunas plantas tardan en nacer cuatro o cinco meses y otras varios años, sobretodo las palmeras”. “¿Y hay plantas venenosas?” “¿Hay plantas carnívoras?”. El profesor del vivero supera de nuevo el cuestionario improvisado. “No”, para mostrar cómo se planta los esquejes de los que saldrán las especies ante la mirada de Hugo Rodríguez, Yago Sánchez, Inés Jerez, Bruno Grosso, Enrique Aguado, Alejandra Pérez, Javier Gálvez, Valentina Trovati, Rafael Martínez, Estela Cruz, Rebecca Peláez, Álvaro Ramos, Fernando Schonfelot, Joaquín Saavedra... “¿Y aquí hay conejos?”. Francis sorprende: “Conejos, perdices, gatos, perros y alguna vez hasta alguna colmena”. El instructor presenta a Dévora y Nuria, unas chicas de convenio que plantan palmera canaria; y a Amparo, que prepara las hiedras. “¿Sólo hay plantas de decoración o hay también zanahorias?”. “Esto es un vivero de jardinería”, respondió mientras llega el concejal responsable del área, Guillermo Díaz Guerra, que actuó con las dotes de un catequista del vegetal: “Piensen que el árbol que van a elegir para plantar junto a su colegio va a vivir más de cien años, y es un ser vivo. Les toda cuidarlo, regarlo si alguna vez pueden y darle un cariñito que también lo necesita aunque parezca que no”. 

En medio del jolgorio, los niños eligen el Ficus Ali que se pondrá por fuera de su centro. Alguien propuso que eligieran nombre y lo más original fue Aprobado o Sobresaliente. Se llevan tarea para casa: consensuar el nombre y cuidarlo cuando se lo planten.

“¿Por qué hay azúcar en el suelo?”, una de las preguntas

“¿Una palmera puede crecer en el monte?”, “¿cuál es la planta más grande del vivero?” (la erythrina caffra), “¿por qué cortan los árboles de la rambla?” o “¿por qué hay azúcar en el suelo?”, llegó a cuestionar una alumna para referirse al abono que se le había caído a una de las operarias del vivero, como aclaró Francis García, quien destacó la necesidad de más personal del vivero -que se mantiene con apoyo de personal de convenio- para completar el ciclo de la vida de las matas.