"El día de la Virgen de Regla fue ayer, lo que pasa es que por tradición, desde hace ya muchos años, se celebra hoy, día 8 de septiembre. Por eso, a las doce y a las siete de la tarde habrá misa, aunque ayer permaneció todo el día abierta la ermita para recibir a los que quieran visitarla". Este es el motivo de que el recoleto templo que rivaliza con la arquitectura del valenciano Santiago Calatrava, el Auditorio de Tenerife, permaneciera todo el día abierto de par en par.

Natural de San Andrés, "lindo y pesquero" -se apresura añadir, recordando la copla- Chani Barrios Alberto recuerda cómo se inició su vínculo con la Virgen de Regla. Su padre, taxista; su madre, sus labores -como le gusta decir-, Chani es la más pequeña de tres hermanas Isabel (fallecida), Carmita y la propia camarera de Regla, que comenzó hace 38 años casi por casualidad prestando su colaboración en la ermita. Aunque natural del pueblo pesquero por excelencia de Santa Cruz, se trasladó con su madre y hermanas a Miramar, donde le dieron una vivienda social hace 47 años, si bien a Chani se le relaciona con el barrio de El Toscal donde regentó una peluquería en San Vicente Ferrer durante 29 años, hasta que luego realizó un curso de geriatría -"era una buena peluquera, autodidacta, como todo en mi vida", y hasta pasó exámenes para el uso de los tintes porque eran "productos muy fuertes"- y estuvo trabajando en el la residencia de mayores de Las Ramblas. "No sabes tú cómo me querían y cómo se ponían cada vez que me iba de vacaciones", recuerda Chani. No pasa por alto la etapa en la que se dedicó a montar espectáculos en el local Tu Sabes o en el Vampis, "eran fiestas privadas; eso lo hacía antes, pero me encantaba hacer música española e imitar a Marifé de Triana, Lola Flores o Perrita de Huelva, dice con voz novelera, apostillando: "Eso era antes".

Su amiga Marcela Rodríguez Acosta quiso hacerle un traje para la Virgen de Regla y ahí apareció Chani. Con el vestido hecho, luego venía lo más difícil, colocárselo, por lo que ella dijo que "si le había hecho el traje, ella también se lo ponía", como así ha ocurrido durante casi cuatro décadas.

Antes estaba al cargo de la Virgen Carmita que, cuando se retiró, obligó a la presidenta de la comisión de fiestas, Mercedes Valladares, a buscar a quien le tomara el testigo. ¡Y quién mejor que Chani, que ya sabía el manejo y conocía la ermita y a la Virgen!.

La Señora tiene muchísimos trajes y vestidos, asegura su camarera, que asegura que hoy luce su "ropa oficial". Un manto azul y amarillo que hace nueve o diez años cortó la propia Chani y que se mandó a bordar a Las Palmas. "Fue una donación que quiso hacer una señora, cumpliendo una promesa... y no se lo pudo ver visto puesto porque falleció antes de la fiesta", se lamenta Chani.

La camarera de Regla no solo arregla la Virgen sino "todo lo que esté dentro de la ermita". Una visita al pequeño templo sorprende al vecino y visitante porque es un espectáculo por el exquisito resultado plástico de los santos y cómo ha engalanado el lugar Chani, que cuenta con la colaboración de tres o cuatro amigas, así como Telesforo y Jose, el primero hermano mayor y el segundo camarero del Cristo Nazareno de la parroquia de Nuestra Señora de La Concepción, en Santa Cruz de Tenerife.

Vestir la Virgen tiene su propio ritual, algo que Chani realiza en la intimidad para que esté pletórica porque "la gente viene a verla y quiere regodearse en su belleza". Chani agradece la histórica colaboración de los comerciales y clientes del Mercado Nuestra Señora de África, donde se reúne la mayoría del dinero para las flores, y luego otros cien euros porque le apetece a Chani para tener más flores para clavar. "El sábado era un desbarajuste de flores en la sacristía", comenta, mientras recuerda los innumerables anturios blancos y rojos que realzan la belleza de la Virgen de Regla, más lluvia, hojas de esqueletos y y helecho cuero "que le dan mucha vida" al arreglo floral, hasta confirmar un espectáculo para la vista. "Así se hace el ramo perfecto". "La gente viene a ver a la Virgen y a mi me gusta observar la reacción de los vecinos y visitantes cuando exclaman: "¡Qué bonita!, ¡que preciosa!". Es su mejor recompensa.

Desde que quitaron el barrio, recuerda Chani, siempre han venido cada 8 de septiembre los antiguos vecinos, porque se suprimieron las casas pero se mantuvo la costumbre de celebrar la procesión. Para Chani, este advocación es muy milagrosa, "como la Virgen de Candelaria, la del Pino o el Cristo de La Laguna, porque eso la vienen a ver siempre y se convierte en un punto de encuentro", comenta con esa ilusión a la que solo falta rematar la conversación, tal vez porque habla dentro de la sacristía de la ermita, con un: "¡Viva la Virgen de Regla!".

Desde su local de ensayo de la comparsa Los Brasileiros, en el barrio de La Salud, Esteban Reyes alterna los preparativos de las próximas Fiestas de Mayo -si hay, "porque no creo que haya Carnaval", dice-, con una conversación fluida sobre infancia que lo traslada a Los Llanos, un barrio que estaba formado por las familias que vivían en las calles de San Sebastián, El Humo -donde estaba el chorro del agua, cerca de donde se localiza hoy la puerta de entrada al instituto Bernabé Rodríguez-, Mejías, San Carlos, San Telmo y la llamada Cañón Curvo, así como el mercado Nuestra Señora de África y la calle Hernández Afonso, incluyendo La Noria

Era un barrio de ciudadelas, como la disposición del Toscal. Esteban Reyes vino al mundo en la Ciudadela El Palacio, una parcela que hoy ocupa, multiplicada con creces, el TEA, hasta que se mudó a la calle San Sebastián, 38. "Yo nací antes, en 1938, de que se inaugurara el puente Serrador, que se hizo en 1944", asegura con rotundidad el que archiconocido carnicero del Supermercado San Antonio. "Comencé a trabajar con doce años de botones en la asociación de vecinos Cuatro Torres, allí se hacía funciones de mañana y de tarde", "cobraba 200 pesetas al mes".

Junto a La Recova, uno de los altares de interés de Los Llanos era la ermita de San Telmo, antes de que se hiciera la autopista, o el cuartel San Carlos, así como el camino de Encima -como le llamaban- que estaba la fábrica de gas, o el campo de Cho Vita, donde entrenaban el Regla y el Real Unión, o el Lazareto, donde se localiza en la actualidad el Palmetum, y al lado estaba el matadero. Cuenta Esteban Reyes que de chico se iba a bañar a la playa de Regla, donde hoy está el Parque Marítimo César Manrique, y cuando había matanza la sangre de los animales caía por la calle como un río. "Si te tropezabas en el agua con una tripa no pasaba nada, sino que te seguías bañando", cuenta. "Y el que tenía un caldero de lentejas lo llevaba a la fiesta el día de San Juan". Junto al barrio estaba la ciudadela La Portada, detrás de la calle de El Humo, o la finca de Señor Pancho.

Junto a la familia conocida como Las Morenas, en Los Llanos se daban cita personajes del antiguo Santa Cruz: Pedrín, que era vecino de El Toscal; El Guarapo, El Chileno, Carmencita La Reunida o La Chata, el poeta Benancero, Lorenzo La Petuda inseparable de su cachimba, o José Peíto, que acostumbraba pedir por fuera del Mercado Nuestra Señora de África.

Aquí y en San Telmo se celebraban las mejores fiestas de entonces, "y te lo digo yo que soy de la quinta de La Mellada", precisa Esteban Reyes en referencia a una mujer "de ambiente o de la vida", como se refiere que acabó viviendo en una cueva de Valleseco.

Este inquieto carnavalero pone su compla en el día de la fiesta popular: "Tres patrones tiene El Cabo/que todo el barrio venera/San Telmo, San Sebastián, y nuestra Virgen de Regla".