Miles de cafés se tomó Fefe Méndez de la mano de Juanito, el camarero de toda la vida del kiosco Numancia que nada ver aparecer a sus clientes, ya sabía sus preferencias. Ni tenía que decir aquello de... cortito de café.

Juan Rodríguez Santos, nacido en Santa Cruz de Tenerife hace 63 años, es conocido por todos los habituales de la cafetería-mirador del parque García Sanabria como Juanito. Con solo 15 años llegó vendiendo leche y desde el 1 de agosto de 1973 es el camarero más antiguo del establecimiento, que se dice rápido. ¡47 años de servicio en el Numancia!, y sin embargo el trabajador más nuevo en la plantilla que desde 2016 se hizo con la concesión de la explotación durante una década.

Más que camarero, Juanito podría ser confesor o psicólogo. Testigo de encuentros furtivos y reuniones de negocios. "Mi trabajo lo quiero y lo respeto", dice, y lo demuestra. De hecho, acudimos el viernes a las dos y media de la tarde para esta entrevista y solo accedió a mantener la conversación cuando ya había concluido la jornada laboral y, cumpliendo con su protocolo diario, disfrutaba de su cervecita correspondiente antes de volver a casa en Los Alisios, donde reside con su esposa.

Padre de tres hijos y abuelo de dos nietos, mira con nostalgia el ayer para admitir que le gustaba más el Santa Cruz de antes porque era un ambiente diferente; "antes podías salir tranquilo a la calle sin miedo a que te robaran".

De niño, vivió en Santa Clara, aunque estudió en el colegio 25 de Julio del barrio de La Salud, a donde se trasladaba en las antiguas guaguas rojas de la compañía Transportes de Tenerife. Hijo de un carpintero que trabajaba por cuenta ajena y que acabó su vida laboral como jefe de mantenimiento en el Hotel Nautilus de Bajamar, y su madre, ama de casa. Este matrimonio tuvo ocho hijos, de los que Juanito es el cuarto de los hermanos.

Estudió hasta sexto de EGB porque el transporte dejó de ir a Santa Clara. Y cuando lo repusieron, él ya se había ido a echar una mano a un tío en la fábrica Iltesa -en la actualidad, Danone-. Eso fue cuando tenía 13 años de edad. Su función en la empresa, repartir leche a domicilio.

Por entonces, llegó a restarle horas al sueño hasta el punto de trabajar por la mañana repartiendo leche, al mediodía ir de aprendiz a un taller de mecánica en La Cuesta y por la tarde-noche, recibir clases en el nocturno de Santa Clara. "Cuando me muera ya tendré tiempo de dormir", dice con su particular humor.

Llevar leche al Numancia le permitió conocer al dueño del Kiosco Numancia de hace 47 años, José Domínguez Cámara, quien le pidió que le mandara algún chico para trabajar en la cafetería... pero ninguno cuadraba. Un día, Juanito le planteó a don José si podría hacer la prueba, y así comenzó su historia en el Numancia. Entonces el suelo del kiosco era de asfalto, no de adoquines como ahora; había un toldo bajo el que se repartían unas diez mesas; una imagen que contrasta con la actual.

Veinte años después, en 1993, Francisco Domínguez Rosado, hijo del dueño del Numancia, renovó por otros veinte años la concesión del kiosco, con el que siguió trabajando hasta que acabó la explotación y se incorporó desde 2016 bajo el personal de la nueva responsable de la explotación, Ana Rosa Perdomo, ya desvinculada de la familia Domínguez, una empresaria que gestionará el establecimiento durante una década, como establece la nueva normativa municipal.

Por el Numancia han pasado las principales autoridades de la Isla, desde Manuel Hermoso Rojas a Miguel Zerolo, o diferentes presidentes del Cabildo, recuerda. "A esto lo llamaba la gente el kiosco de la gasolina, pero no por la relación con los rallys, sino porque el recientemente fallecido Paco Martel inmortalizó la frase, cuando estaba por la zona Canal 7, que había que ir al Numancia a repostar... pero para repostar las personas con una cerveza", se ríe Juanito, que no pasa por alto que este kiosco era el punto de encuentro de la gente del motor que participaba en los rallys.

También recuerda cuando el grupo U2 grabó un videoclip frente al Numancia... "aunque no se bajaron de la furgoneta". Reivindica el protagonismo que ha tenido este kiosco en el Carnaval, "acababa en Santa Cruz y comenzaba en el Numancia", o en las Fiestas de Mayo. "Son públicos diferentes", se justifica, pero incondicional del ambiente único que permite saborear el viejo Santa Cruz a través de los kioscos como el Numancia, la plaza Militar, Weyler, Parque, La Paz... "algo que no tienen las cafeterías de los centros comerciales".

Juanito está hecho a la rutina del trabajo: viene al Numancia a las cuatro de la mañana para barrer, montar las mesas y las sillas, limpiar, desinfectar... aunque su horario es desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde. A esa hora, cervecita, y para casa hasta el día siguiente. "Mi trabajo lo quiero y lo respeto", afirma, dejando claro que por encima de todo está su familia.