Los técnicos de la Concejalía de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Santa Cruz revisan ya el expediente de la concesión administrativa del mercado de La Abejera, en el barrio de García Escámez, ante la posibilidad de que se puedan estar produciendo incumplimientos importantes del pliego.

Hasta ahora, lo que conoce el nuevo concejal del área, José Ángel Martín, son las quejas de usuarios y de algunos gestores de puestos de esta recova. Por eso, aclaró ayer, se analizarán los pliegos en profundidad y si se detectan infracciones "se multará a la concesionaria".

Martín, por ejemplo, expuso que "le resulta extraño" que el mercado no abra por la tarde, aunque haya puestos que estén en disposición de hacerlo, pero detalló que aspectos como este hay que analizarlos a ver si están recogidos o no en la concesión.

También llamó la atención sobre la fórmula en la que se asignan los locales, es decir, si los asigna "arbitrariamente" el concesionario o si hay algún tipo de concurso.

Martín indicó que una vez conozca los detalles de la concesión pedirá una reunión con la empresa a la que se asignó la gestión de La Abejera, Alvenri Mercados S.L., "tanta para conocer sus expectativas de futuro como para tratar de corregir las irregularidades que se detecten".

En este sentido, el edil de Servicios Públicos aseguró que, como con cualquier otra concesión, si existieran causas para revocarla, al ayuntamiento "no le va a temblar el pulso". "Las cláusulas están para cumplirlas. Si no se hace y se está incurso en una causa de revocación, se seguirá el procedimiento que toque", recalcó.

Inmueble de 1897

El inmueble original del Mercado de La Abejera, que data del año 1897, fue sometido a un exhaustivo proceso de rehabilitación por parte del Ayuntamiento de la capital, en el que se invirtieron casi 600.000 euros. Su explotación fue otorgada, tras un concurso público, a la empresa Alvenri Mercados SL, la única que participó en la licitación y que debe abonar al consistorio un canon anual de 7.800 euros.

La intención era que La Abejera funcionara, principalmente, como un mercado de abasto. Cuando abrió sus puertas contaba, entre otros puestos, con una frutería, una charcutería, una carnicería, una pescadería, un bar-cafetería, una tienda de quesos, un puesto de producto congelados, una tabaquería, una tienda de exquisiteces, una tienda de comida para llevar y una floristería.

En la actualidad, muchos de estos negocios han desaparecido y los propietarios de los que quedan mantienen serias discrepancias entre ellos a cuenta del modelo de gestión. De hecho, José Ángel Martín ya dijo hace unos días que la instalación necesitaba "un impulso".

Una persona encerrada en la instalación

Lo sucedido este domingo en La Abejera solo es un ejemplo de la división que existe entre quienes mantienen un puesto en él. Según relataron varias fuentes, el dueño de la churrería se vio obligado a llamar a la Policía Local de la capital al quedarse encerrado en las instalaciones. Según estas fuentes, el afectado advirtió a las encargadas de cerrar el mercado, que también tienen puestos en él, que necesitaba más tiempo -cierra a las 15:00 horas- para limpiar su local. Sin embargo, estas personas rechazaron esta posibilidad y pasaron la llave. Las fuentes consultadas indicaron que cuando llegaron los agentes y se les informó de lo sucedido se desplazaron hasta la vivienda de unas de las personas que tienen las llaves de la instalación, que viven en el barrio, para que abriera de nuevo las puertas. Paralelamente, el concesionario fue informado de estos hechos por el dueño de la churrería.