La uva se saca del viñedo de Margalagua, en Taganana, en burros y caballos o, en ocasiones, cargada al hombro durante más de 25 minutos caminando, porque no hay ni carreteras ni vías que faciliten su transporte. De este pequeño y escondido rincón de Anaga, en Santa Cruz de Tenerife, caracterizado por los suelos volcánicos de tosca roja, nace un vino que se encuentra entre las producciones más sobresalientes del mundo y que se vende en más de una treintena de países, entre los que se encuentran Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Japón, China Argentina y Brasil.

Se trata del Envínate Táganan Margalagua, que ya en su momento fue noticia por ser uno de los vinos preferidos de Barack Obama, expresidente de Estados Unidos. Ahora, el Táganan Margalagua tinto 2017 ha conseguido, según lo adelantó El Día a principios del presente mes, 97 puntos en el último listado Robert Parker publicado, la máxima puntuación obtenida hasta el momento por un vino canario. Esta valoración, que se publica anualmente en la revista The Wine Advocate, constituye un referente a nivel internacional para los especialistas y amantes del vino. La clasificación Parker, que parte de los 50 puntos, sitúa entre los 80 y 89 puntos a los vinos muy buenos, por encima de la media; entre los 90 y los 95, a las producciones fabulosas, y de 96 a 100, la máxima puntuación, se reservan para los vinos sobresalientes.

Esta aventura, según cuenta el enólogo canario y miembro de la bodega Envínate, a la que también pertenecen Laura Ramos, José Ángel Martínez y Alfonso Torrente, comenzó en 2012, "cuando descubrimos este fascinante lugar en Anaga". "Tenemos que destacar el excelente trabajo que se ha realizado por parte de los viticultores de la zona, a pesar de los tiempos en los que nos encontramos y a pesar de la dificultad del terreno. Gracias a ellos, estos viñedos no estaban abandonados. En la actualidad, trabajamos con una decena de viticultores de Taganana", apunta Roberto Santana.

Este aprovecha para animar a los jóvenes a que descubran y cuiden espacios como este. "Desgraciadamente, no existe un relevo generacional y hace falta mano de obra para trabajar en este tipo de viñedos. Zonas como la de Taganana tienen un gran potencial, al igual que muchos otros lugares de la Isla, y, sin embargo, no se aprovechan porque ya no hay viticultores. Los pequeños viñedos que se tienen que trabajar con las manos y que se encuentran en terrenos difíciles se han ido abandonado. Sacar la uva de Margalagua supone todo un esfuerzo, pero vale la pena, y este es el mensaje que queremos transmitir", manifiesta Roberto Santana.

Para obtener este vino en concreto, que se encuentra entre los más sobresalientes del mundo, Envínate mezcla uva tinta y blanca del viñedo de Margalagua. Es elaborado en su mayoría con las variedades listán negro y negramoll y con un 10% de uva blanca. "Fue en 2015 cuando empezamos a mezclar la uva, inspirándonos en los vinos tradicionales de Taganana", explica el enólogo.

Este cuenta que al año se producen solo unas 3.000 botellas de este vino, el cual se vende en 37 países. Conseguirlo no es nada fácil, pues se trata de un caldo muy solicitado a nivel mundial. En un restaurante de Estados Unidos, una botella puede costar más de 120 euros, y en una tienda, unos 60 euros.

"La producción es tan pequeña, que este vino se distribuye solo prácticamente en el sector de la hostelería, aunque también se puede encontrar en algunas vinotecas. Nos encantaría tener más vino, pero el viñedo es el que es y, la verdad, es que lo que generamos se agota muy rápido. Para Canarias, reservamos entre un 10 y un 15% de la producción, pues para nosotros es muy importante tener presencia en nuestras Islas. Aquí, una botella se puede conseguir por unos 26 euros en una vinoteca y también hay varios restaurantes en Tenerife que lo ofrecen", comenta el portavoz de Envínate.

Sobre la puntuación que ha obtenido este vino de Margalagua en el listado Robert Parker, Roberto Santana muestra su satisfacción. "Para nosotros es un honor que nos hayan dado una puntuación tan elevada. Insisto en que el esfuerzo vale la pena y en que debemos dar las gracias a los viticultores que nos ayudan y que mantienen estos terrenos cuidados y vigilados", concluye el enólogo canario.