LA familia de este hombre es de origen portugués: de Vidigueira, Diócesis de Beja, en Alementajo, habiéndose establecido en la isla de La Palma hacia finales del siglo XVI.

El primero del nombre fue el capitán Diego Díaz Pimienta, que, casado con doña Mayor Franco, fue padre de Francisco Díaz-Pimienta, que sigue la línea; Pedro Díaz Pimienta-Franco, que fue regidor, tesorero general y teniente de capitán general de la isla de Tenerife, y Felipa Díaz-Pimienta, que casó en Puntallana, isla de La Palma, con Hernández Álvarez.

Don Francisco Díaz-Pimienta y Franco fue maestre de Campo General de las Milicias de La Palma, regidor de su Cabildo, castellano de la fortaleza de Santa Catalina en la misma isla y marino ilustre que luchó en la famosa batalla de Lepanto. Casó con Beatriz Rodríguez de Acosta, hija de Miguel Rodríguez, natural de Alcázar Rosales, en Portugal, y de Ana de Acosta, su mujer.

De este matrimonio hubo dos hijas, doña Inés y doña Luisa, que sigue. También tuvo dos hijos naturales: el primero, Juan Pérez de Mendizábal, y la segunda, con Mencía de Oca, ambos con ilustre descendencia en Cuba y España, respectivamente.

Don Francisco Díaz-Pimienta, hijo de la mentada doña Juana Pérez Mendizábal, fue señor de la Villa de Puerto Real, caballero de la Orden de Santiago, almirante de la Flota de Nueva España, maestre de Campo de Guerra, etc. Se posesionó de las islas de Santa Catalina y Providencia, arrojando de allí a los ingleses, y murió en el sitio de Barcelona en 1652. Su viuda, doña Alfonsa Jacinta de Vallecillo Ojeda y Velasco, fue creada marquesa de Villarreal de Buniel, el 14 de diciembre de 1671, con el Vizcondado previo de Villarreal. Desde 1945, don Antonio Morenes y Medina, García-Alessón y Garvey, IX Marqués.

El general don Francisco Díaz-Pimienta, vecino de La Habana y de origen canario, ingresó en la Orden de Santiago en 1642.

Armas

En campo de plata, un madroño de su color terrasado, sostenido del lado siniestro por un león de gules.

Bibliografía

- "Nobiliario de Canarias", tomo III, pág. 500, por Lino Chaparro D´Acosta.