Opinión | Crónicas de otro tiempo

El largo adiós de Sánchez

Sánchez insta a la militancia a defender la democracia tras su decisión de continuar

Sánchez insta a la militancia a defender la democracia tras su decisión de continuar

Sánchez comenzó su esperadísima comparecencia a las 11 de la mañana con un «buenas tardes». Un lapsus muy significativo al comienzo de una declaración de intenciones propia de alguien que ya ha comenzado a irse. El peso de cinco días de incertidumbre se reflejó en el lenguaje no verbal de su rostro cansado con palabras sin energía, clara expresión de abatimiento y hastío. Dirán que Sánchez es un actor consumado y no les falta razón, pero todos los políticos tratan de parecer ganadores en la derrota. El Sánchez más personal y en estado puro que he visto confirmó su continuidad «con más fuerza si cabe» mientras pensaba en el tiempo que le queda como presidente de un gobierno moribundo. La reacción instintiva de la directora de El País, Pepa Bueno, al adelantar que «quedan muchas preguntas en el aire» avisa al PSOE de que llega el fin de ciclo, comienzo de la serie Epílogo y de la que acabamos de ver el primer capítulo. Sánchez habló de regeneración democrática, en lo que parecía uno de esos ruegos que suelen escribirle al Rey Felipe para que los dirija a la nación en Navidad. El discurso de un hombre de Estado que llama a la concordia y al entendimiento entre diferentes, a la imagen de España como país líder de la democracia en el escenario internacional pusieron la guinda a mensajes vacíos de verdadero contenido. Sánchez certificó que es un pato cojo, el presidente saliente que ha inaugurado el tardosanchismo y al que no sabremos dónde colocar. No habrá ministerio de la verdad, la justicia continuará politizada y el reality show en los medios afines a izquierdas y derechas perdurará después de que Sánchez termine de devorarse a sí mismo como paradójico colofón a su legendaria resistencia. Y en Canarias, ay, seguimos con lo puesto.

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