Opinión

La traición de los guachinches

No puede ser que hayamos permitido la caída progresiva de una parte fundamental de nuestra idiosincrasia. Tampoco es de recibo que las instituciones permitan ciertos desmanes que están lastrando un patrimonio de tanto valor como el que aún conservamos en el norte de Tenerife. Lo que solía ser sinónimo de autenticidad y tradición, ahora plantea interrogantes sobre su evolución y su lugar como dinamizador comunitario y templo del deleite gastronómico. A día de hoy son pocos los de vino y tres platos. En cambio, sí están ofreciendo una cuarta de deslealtad, dos raciones de desilusión y frustración y, para comer, una bandeja de coraje. Luego la cuenta, que ya la puedes pagar por bizum. Salvo honrosas excepciones, este es el menú que últimamente nos ofrecen los que otrora fueron templos del buen comer. Uno de los principales cambios que han experimentado los guachinches es una evolución en su esencia misma. Vino de fuera y una carta con infinidad de postres. Si te descuidas te hacen una opa hostil. Los avispados ofrecen enormes aparcamientos y teléfonos de contacto para reservar la mesa que más te guste. Es una evidencia indiscutible que el creciente auge del turismo en Tenerife también ha tenido un impacto en los guachinches. La presión para adaptarse a las demandas turísticas está llevando, en algunos casos, a una pérdida de la identidad local. Verdaderas campañas publicitarias en redes sociales, recorridos virtuales y lugares instagrameables para influencers venidos de aquí y de allá. Lo sé, no son todos, pero desde que algunos están empezando a ver perras, bajan la calidad, incorporan platos de fuera y cambian el vino. Lo último son bodegones o restaurantes que se publicitan como guachinches con un reclamo que debería estar contemplado en el código penal: Papas bonitas con mojonesa, un sacrilegio en toda regla. Hasta bebidas energéticas y más helados que en la plaza de España. También cartas que te bajas a través de un código QR con posibilidad de acumular puntos para en el futuro tener una comida gratis para dos personas. Sube las fotos a Facebook y podrás conseguir interesantes ofertas. La atmósfera acogedora, el trato familiar y la calidad de los productos locales ha dado paso al ajetreo impersonal de camareros que sacan mesas para meter otras. La competencia desleal de esos restaurantes y bares que se hacen pasar por guachinches está causando estragos en los establecimientos auténticos cuyos propietarios contribuyen a la economía familiar. Estos negocios, que muchas veces no cumplen con los requisitos legales para operar como guachinches, ofrecen una carta diluida y antinatural que atrapa a los visitantes, llevándose una experiencia equivocada de la realidad gastronómica del norte de Tenerife. El Imperio Romano nunca iba a desmoronarse y su declive comenzó en el siglo III. Cuando nos demos cuenta, solo van a quedar restaurantes con 40 platos que dicen llamarse guachinches. Y sí, solo para turistas.

@luisfeblesc