Opinión

Sánchez en Israel exhorta, amenaza, usurpa; Hamás lo alaba

Pedro Sánchez, en Jerusalén.

Pedro Sánchez, en Jerusalén. / EFE

Pero antes. También a él debido. Las relaciones de Baviera con la República Federal alemana, de Lombardía con Italia, Córcega con Francia son cuestiones nacionales, más difícil es que las relaciones de Cataluña con España sean también cuestiones internas, como consideró el Parlamento europeo en su último debate. De hecho para ser asunto interno de España todo es internacional: un expresidente autonómico prófugo está en el exterior, las negociaciones con los prófugos son en el extranjero, con leyes pactadas en el extranjero y unos verificadores también extranjeros: por si no fuera todo ello muy poco interno o nacional, las negociaciones serían en Suiza. Incluso se podría decir que nada es nacional, porque no hay debate parlamentario y nada se promueve en él, al margen de todos los procedimientos legales.

Al día siguiente nuestro gobernante Sánchez, economista por colegio universitario dependiente de la Complutense y doctor por fraude, se enfrentaba a Netanyahu, pasado por el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y Harvard, lo que debe influir si además has sido militar, más que estar cobijado toda la vida en un partido de gigantescos mediocres. Sánchez no conforme con su protagonismo generado en el Parlamento Europeo, mantenía la mirada puesta como Zapatero, fuera por preparación o liderazgo internacional, en lo que se cocía fuera de Europa. En Israel concibió dar una lección moral con reprobación a Netanyahu, exhortándole a la negociación como mejor ejemplo para combatir a Hamás que la lucha contra ETA, con negociación, dijo. O sea una cuestión doméstica de más de 800 muertos en 50 años frente a 1.300 torturados y muertos, y 240 secuestrados en un solo día, las mayores atrocidades tras el Holocausto. Luego aludió a las insoportables muertes de niños en Gaza, olvidando a niños judíos, en el día que los liberaban con goteo, sometidos a un inimaginable infierno psicológico. Todo esto cuando pretendía celebrar una conferencia de paz en Barcelona invitando a Israel. Pasó a amenazar con reconocer como Estado a Palestina de forma unilateral, y con otro golpe sorpresa de su yo deslumbrante, ir al paso de Rafah arrogándose y usurpando un protagonismo inexistente, en el momento y lugar de intercambio rehenes/presos, siempre desafiando con el dictado de su yo apoteósico. La figura internacional que aspiraba a una conferencia de Barcelona, lógicamente la ve frustrada por su decantación, siguiendo los torpes pasos del estadista Zapatero con Estados Unidos. Hay llamadas de embajadores de Israel y España, la diplomacia española tampoco está en actitud de dejar enfriar las cosas sino de seguir envidando. Días fogosos, alternativos y sorpresivos, Sánchez solo apuesta por los grandes hitos, como buscaría un psicópata, que hace caer rendidos a Hamás.

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