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Textos y subtextos

La diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, durante la rueda de prensa posterior a la reunión que ha mantenido con el rey Felipe VI.

La diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, durante la rueda de prensa posterior a la reunión que ha mantenido con el rey Felipe VI. / José Luis Roca

Ayer, a toda prisa, y después de varias penúltimas llamadas y de un debate apurado, Coalición Canaria decidió apoyar con el voto de Cristina Valido la investidura de Pedro Sánchez, aunque puntualizando machaconamente que se pronunciarán en contra de la inminente ley de amnistía. Es una jugada arriesgada la de los coalicioneros, aunque hay que reconocer que votar negativamente también lo era. Los negociadores de Coalición –empezando por la propia Valido– sabían dos cosas. La primera, que el PSOE se mostraba dispuesto a ser relativamente generoso en un acuerdo; la segunda, que un renovado Gobierno de Pedro Sánchez estaba en disposición de machacar a las islas para castigar el voto negativo de un partido aliado con el Partido Popular en el Ejecutivo autonómico. Junto a obtener concesiones relevantes a sus demandas ha jugado también un papel la capacidad de interlocución con otras fuerzas nacionalistas y regionalistas (en particular con el PNV) que brinda pertenecer, siquiera modestamente, al bloque de investidura. Hay que precisar, empero, que se trata de un acuerdo de legislatura. El compromiso de CC se extiende durante los próximos cuatro años y en el documento se explicita incluso que Valido votará a favor de todos los decretos leyes que presente el Gobierno. Escolio coalicionero: Sánchez tenía ya garantizada la presidencia por Puigdemont y desde ese momento su posición presidencial será inamovible, porque no existen suficientes votos para una moción de censura. Nadie, entre las izquierdas y los nacionalistas, censurará a Sánchez para entronizar a Núñez Feijoo.

Aunque Sánchez y sus compañeros presenten 178 votos a favor de la investidura, es más que dudoso que los conserve hasta el final. La primera meta volante de esta versión de Death Race son las elecciones vascas del próximo año. Podrían celebrarse en junio o julio. El PNV y Bildu se disputan la lehendakaritza y casi con total seguridad el PSOE deberá apoyar a Urkullu o a Otegui –o quien sea el candidato bilduista–. Y eso a medio plazo significa perder un aliado en el Congreso de los Diputados. Son media docena de diputados que romperán –como mínimo– las buenas relaciones con el grupo parlamentario socialista. Lo más arduo llegará más tarde. En 2025 se celebrarán las elecciones autonómicas en Cataluña –aunque pueden adelantarse– y a las mismas podrá presentarse Carles Puigdemont convenientemente desexiliado. O bien se produce un gobierno de coalición entre JxC y Esquerra Republicana –con el consiguiente incremento de la presión independentista catalana sobre el gabinete de Sánchez– o el PSOE deberá apostar por los junteros o por ERC, enajenándose el apoyo estable de unos u otros. Aunque Sánchez sea –tal y como llamó Joaquín Sabina a Manolo Tena– el mejor de los conductores suicidas es harto improbable que pueda sobrevivir más de un par de años. Francamente me pregunto para qué y me intranquiliza extraordinariamente esa insistencia en que antes de un gobierno del PP apoyado por Vox cualquier cosa. ¿A qué conduce esa aspiración? ¿A un pacto de Tinell a nivel estatal por tierra, mar y aire? ¿A la suspensión indefinida del principio de alternancia política que caracteriza a cualquier sistema democrático?

También conviene no olvidar alguna clave no precisamente menor en los subtextos del acuerdo entre el PSOE y Coalición. Nira Fierro, que asistió a la firma en Madrid del pacto en su calidad de secretaria de Organización de los socialistas canarios, dijo muy suavemente, como hablando del excesivo calor de noviembre, que este feliz compromiso abría espacios para explorar –qué delicia de prosa– espacios de entendimiento en instituciones que tienen o pudieran tener problemas de estabilidad, y citó directamente el ayuntamiento de La Laguna, donde, en efecto, Luis Yeray Gutiérrez gobierna al frente de una mayoría minoritaria. Espacios de entendimiento. Huuum. Problemas de estabilidad. Qué hambre. ¿Conocen el guachinche de Domingo Pacheco? Tiene carne del país.

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