Opinión
¿Debería ir al médico?
La memoria es esencial para recordar dónde dejaste aparcado ayer el coche. Y para entender el funcionamiento de la lavadora. Si le preguntas a un poeta para qué sirve la memoria, no te pondrá estos ejemplos, quizá porque los poetas no conducen ni utilizan la lavadora. Te hablará quizá de la importancia de la memoria para el mantenimiento de la identidad propia o de la construcción del relato existencial íntimo, no sé, pero despreciará, seguro, su utilidad para estos asuntos domésticos en los que nos jugamos sin embargo la idea de quiénes somos. El día que yo haya olvidado la receta del pisto, podréis estar seguros de que parte de mi yo, sea lo que sea el yo, se ha evaporado. Se puede seguir siendo uno tras borrar de la mente la fecha del cumpleaños de un hermano, incluso la del padre o la madre, pero cuando uno no se acuerda de cómo se monta en bicicleta (en el caso de que haya aprendido), ahí ocurre algo grave, tan grave que conviene acudir al neurólogo.
Ahora bien, la memoria, para que sea eficaz, necesita un grado de desmemoria. De hecho, olvidamos más de lo que recordamos. ¿Y qué conviene olvidar? Lo periférico, desde luego, no queda otra si queremos dejar sitio a lo central. Entiéndase esta última frase de manera correcta, es decir, asumiendo que en muchas ocasiones lo central es lo periférico. Lo sabe muy bien quien se haya analizado a fondo. El tuétano del relato existencial no está, con frecuencia, en los grandes acontecimientos, sino en aquellos que pasaron prácticamente inadvertidos para el conjunto de quienes nos rodeaban. Se aprecia muy bien, por poner un ejemplo, en Ciudadano Kane, la obra maestra de Orson Welles cuyo protagonista, en el momento de expirar, nombra un objeto de su infancia que la mayoría de sus biógrafos, incluso los más atentos, habrían pasado por alto.
He leído muchas biografías y podría decir que conozco el género. En las mejores, los detalles verdaderamente reveladores no parecieron importantes en el momento de producirse porque no sabemos qué es lo importante y lo que no hasta que gozamos de cierta perspectiva. Todo esto venía a cuento de algo que está ocurriendo ahora mismo en la política española, pero no recuerdo qué. ¿Debería ir al neurólogo yo o la política española?
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