Opinión

Un Gobierno de pandillas y pesadillas sexuales

Por suerte no son las maras salvadoreñas, no han pasado miseria ni han sido objeto de violencia los componentes de estas pandillas, heredaron un país plenamente democrático, para unos aburrido, y para otros, por declinación de la clase política, una democracia de oportunidades y catapultas. Cuando los historiadores o algún eventual biógrafo (si encontrara político) analicen esta época y sus agentes, no servirán de mucho las portadas de los periódicos, ni las diatribas puntuales de los tertulianos. Todos ellos del mismo marco y formato. Un campo de juego marcado. Pero biógrafos e historiadores darán valor a determinados sustratos llenos de significación. A lo connotado antes que lo denotado, al sentido previo a lo referenciado, lo simbólico con preferencia a lo literal.

La pandilla sanchista a través de la ministra María Jesús Montero niega haber dicho que los ancianos con sus pensiones mantengan a los nietos (¡el día anterior!), pero si está grabado, le dice el periodista. Ni caso. Un estilo expandido por el megalómano sociópata. Su falta de empatía es otro rasgo de gobierno, porque es con lo que en el fondo se gobierna, una pandilla indecente –medidos términos morales– como insultó Sánchez a Rajoy por televisión, cuando colocaba una urna personal oculta en Ferraz, anunciando el futuro de sectarismo de choque legionario (sobre el que se dictan todas las leyes, abolida la posibilidad de concordia). La pandilla de coachees sexuales del Ministerio de Igualdad, abarcan el control arzobispal de todo el arco de la sexualidad femenina, desde niñas a la sexualidad a los 80 años, con repugnancia persecutoria del miembro viril, que es cuando la política se torna pornografía al exhibir ellas sus propias pulsiones y fantasmas/fantasías. Fabricando fantasiosos y deletéreos arquetipos masculinos de temporada: sexo/periodo. Las fantasías-deseos de castración de Lacan y Freud (de mayor formación y méritos que Belarra/Montero/Pam/Verstringe juntas) nos gobiernan, obra de ellas, ignaras, insuficientes, de muy atormentada psique.

Lo interesante no es la quiebra de las manifestaciones feministas, sino el hartazgo de cada vez más mujeres de que las más ineptas, delirantes, que «también facturan» (al contribuyente chistes), se arroguen la representación totalitarista del conjunto (en el SXXI), esta sí que es brecha e inflexión. El historiador o biógrafo no debería pasar por alto la pertenencia de las podemitas/os a guetos cerrados, resentidos, noviazgos consortes entre ellos hasta que el poder los separe, misantropía «ideologizada» contra el «Otro». O en el caso del sociópata déspota ¡ojo! la tesis fraudulenta fue sobre un tema atmosférico a investigar: la diplomacia económica (ni bioquímica ni del billar) y así ha sometido, amiguetes mediante, a su control autocrático el conjunto de instituciones.

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