Opinión | Cantina ilegal

Dos y dos son cuatro

Una de las murgas participantes en la segunda fase del concurso.

Una de las murgas participantes en la segunda fase del concurso. / Andrés Gutiérrez

A las dos de la madrugada acabó anoche la fase del concurso de murgas; y entre que mis clientes saben que el único sitio donde echarse a esa hora un buen condumio es en mi Cantina y que las garbanzas de mi viejita son un bálsamo para cualquiera, empezó a llegar gente y me dieron las tantas.

Ambrosio el Paja estaba solo, en la mesa del final de la barra. Tan pensativo estaba, que le pregunté lo que andaba rumiando: Mira Pedro, me dijo, es que con este formato de concurso, si una fase acaba a las dos, ¿a qué hora acabará la final, con 9 murgas? Tranquilo, le contesté, porque este año, la final será a una sola canción. El Paja no salía de su asombro y menos cuando le expliqué que, dejar una sola en la final, lo habían decidido, por mayoría, las propias murgas en un referéndum en el que votó hasta La Lecherita.

Los argumentos que dieron los que querían un solo tema en la final no me los creo; y a las pruebas me remito. Las murgas comenzaron sus ensayos como siempre, en septiembre, y pudieron ensayar un tema por mes, hasta el concurso. Vendieron una moto que el concejal les compró. Y una vez más vuelve a perder el concurso porque esto puede ser un precedente peligroso: Cada vez es mayor el run run de que el 2+1 llegó para quedarse. ¿Qué lleva menos trabajo? Si, pero que es una pena que un formato que agota el aforo desde el año 1984, se cambie tan solo por comodidad, también. Un dicho argentino dice que, lo que bien funciona, no trates de arreglarlo, y los que durante casi cuarenta años hemos disfrutado de un formato atractivo, tenemos muy claro que dos y dos, son cuatro.