Que alegría me llevé anoche cuando acabó la Gala Infantil y apareció por mi cantina Frank El Chino, con quien compartí vivencias en Trasnochados y de niños, en Lengüines. El hombre iba camino del recinto a ver a las murgas infantiles y quedamos en que, al terminar, volvería a por unas garbanzas de las de mi madre.

Nos echamos una buena conversa sobre nuestro periplo en Los Lengüines, aquella gran murga magistralmente capitaneada por Manolo Expósito, grande del carnaval, laureado diseñador y enamorado de la elegancia. Recordamos cómo Manolo, antes de desfilar, pasaba revista cual oficial de guardia y quien tuviera las botas sucias o estuviera sin guantes, no salía ese día. Y todos en fila de tres, con disfraz impecable y el gorro puesto, incluyendo a la batería. Recuerdo que el mayor de los componentes no pasaba de quince primaveras. ¡Igualito que ahora!, exclamó El Chino.

Hoy cuidan el disfraz en los dos primeros minutos de la actuación en concurso. La cabalgata es otra historia: Niños sin sombrero, percusión con la mitad del disfraz, madres mezcladas con la murga... y, en algunas, la mitad de miembros superando la quincena de años. Ah, y la trompeta tampoco, porque pesa. Este año, con la excusa de no haber salido en 2021, convencieron al concejal y habrá niños de 18, de 19, incluso de 20 años. Tanto es así, que Cabello les ha permitido no salir a cantar a la calle porque los niños quieren disfrutar de las noches de carnaval como adultos que son. ¡Que pena! A los enamorados del carnaval de antaño nos inquieta la involución de esta modalidad, pasando, en apenas tres décadas, del señorío y saber estar a la ausencia de la fiesta debido a resacas infantiles.