Plenamente en forma y con una mirada y gestos que nos trasladan a las imágenes y recuerdos que atesoramos sobre su persona desde décadas atrás, nos reunimos el viernes 13 de agosto con una institución en el ámbito del ciclismo. Se trata de José Manuel González Espinosa. Reside desde hace varios años en Alemania, por lo que no dudamos en aprovechar su estancia por vacaciones entre nosotros para formularle algunas preguntas y así seguir rindiendo honores a su persona desde su tierra. Natural del municipio de Los Realejos, nace el 24 de octubre de 1953 en la calle Puerto, siendo hijo del matrimonio formado por Manuel González López y Catalina Espinosa Pérez, teniendo por hermanos a Candelaria, Severiano (conocido por Lalo) y Felisa González Espinosa. Sus primeros años transcurren, al igual que para otros tantos chiquillos del momento, jugando en las calles y acudiendo a la escuela. Realiza su primera formación en el colegio de La Carrera, recordando a su maestro José. Más tarde pasa a estudiar en el Colegio San Agustín, bajo la dirección de Rafael Yanes. Una pregunta inevitable surge entonces ante nosotros y, seguro que también para el lector… ¿Cuándo se inicia el interés por el ciclismo? Espinosa es claro y rotundo en afirmar que no era un deporte muy practicado ni conocido. Sin embargo, vecinos suyos como los hijos del doctor Joaquín Estrada tenían bicicletas que eran prestadas a nuestro protagonista. Pequeños recorridos por la Plaza de las Flores marcaron el germen. A ello se le añadía el regalo que cada año los Reyes Magos le hacían de una bicicleta sencilla pero que cumplía con las funciones y aspiraciones que por entonces tenía. Siendo ya adolescente aspiraba a más y, sobre los 13/14 años, logra una bicicleta de mejor categoría. De esa etapa recuerda que en cierta ocasión el guardia Manuel le persiguió por bajar sin luz en plena noche, llegando a advertirle al padre de nuestro protagonista la retirada de su amado vehículo de dos ruedas por ese motivo. Largas horas de entrenamiento se combinaban con el trabajo. Con 17 años es informado por su amigo Miguel Díaz para acudir ante la subida a la Mesa Mota (La Laguna). Su sorpresa fue mayúscula al quedar en segunda posición en la general. Era el impulso necesario para una trayectoria en la que apuntaba maneras. Tras esa competición se sucedieron muchísimas más, obteniendo victorias o posiciones cercanas al primer puesto ante ciclistas más experimentados y profesionales. Los periódicos y otros medios de comunicación empezaron a recoger las peripecias del joven realejero que obtenía reconocimientos allí donde participaba. De juveniles pasa a categoría élite con 18 años. Gana en esa fase a todos los grandes de Canarias cuyos nombres se suceden. Amador, Cheche, Baute, Carrillo, Miguel Díaz y otros muchos marcan su recuerdo. La Vuelta Ciclista a la isla de Tenerife, La Palma, El Hierro y otras tantas competiciones van sucediéndose con éxitos y anécdotas. También llega a ganar todo tipo de pruebas en Gran Canaria. No puede contener la emoción y sus ojos brillan cuando le recordamos su participación en el Cinturón Ciclista El Carmen. Era espectacular ver al público volcado con él desde su terruño, describiendo como algo mágico la llegada a San Agustín. En esa competición su nombre es todo un símbolo de respeto, obteniendo victoria en los años 1973, 1974, 1975, 1979, 1980 y 1981 con intervalos de periodos en los que se desplazaba a la península para otros eventos.

Tuvo muchos referentes, pero señala el nombre de Agustín Tamames como el de una persona con la que logra perfeccionar su técnica. No muestra en su piel signos de caída y expone que sus compañeros le consideraban una referencia segura, por lo que muchas veces, en tramos difíciles durante los entrenamientos, bajaban pegado a su persona para evitar cualquier tipo de accidente. Su nombre figura asociado a pruebas deportivas profesionales hasta los 29 años aproximadamente. En Alemania, país donde reside desde hace casi treinta años junto a su esposa e hija, sigue entrenando y participando en algún encuentro ciclista, demostrando el compromiso con un deporte que es parte de su propia vida, cosechando con muchísimo esfuerzo y dedicación más de 400 reconocimientos a lo largo de toda su carrera. Lo dicho. Espinosa, un referente del ciclismo.