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Diez mil jóvenes marroquíes en Ceuta

Al comienzo de la crisis fronteriza se pudieron leer noticias poco convincentes y muy tendenciosas de que los jóvenes marroquíes habían robado en comercios y cometido algún desmán nunca bien descrito. Luego, a medida que regresaban a Marruecos, confesaban en la frontera que retornaban hambrientos, con sueño y haber pasado frío tras dormir al raso. Quedó comprobado, ni habían afanado comida ni cometido un solo incidente, a pesar de las condiciones físicas de falta de provisiones y descanso, y sicológicas: frustración, decepción, manipulación, en los días que permanecieron en Ceuta.

Se puede decir que a pesar de rumores propalados y engañifas con los que se les condujo a Ceuta, una vez allí observaron un comportamiento ejemplar, escrupulosamente cívico y respetuoso, reservando su decepción e ira para el regreso, enfrentándose -lo que no hicieron con la española-con la policía marroquí en Castillejos. Si así son todos los MENA, bienvenidos sean. Los queremos para nosotros. Como los emigrantes que al comienzo de la pandemia trabajaron en el campo, cuando los nacionales se había retirado por si acaso; aquellos merecieron la nacionalidad española al momento, por hacer defendido los intereses estratégicos españoles en momentos de claras retracciones.

Esta lección de civismo y respeto, siendo muy destacable, no ha concitado ningún reconocimiento, a pesar de ser la otra cara de la moneda. Los jóvenes cuya suerte no interesa a Marruecos (riesgo de muerte) así como la falta de alternativas creadas tras el cierre de la frontera de Ceuta, hizo que se escucharan por televisión destempladas críticas al gobierno de Marruecos junto algún ¡Viva España!

Mientras el gobierno marroquí agostaba todas las vías diplomáticas y el diálogo, la población que entró en Ceuta no pudo mostrarse más considerada y razonable.

El gobierno español es el responsable de desencadenar esta crisis, que removerá en profundidad y cambiará las relaciones Europa- Marruecos. Fue responsable por sucesivamente provocador, altivo y despectivo, nada distinto a como lo es con la ciudadanía española, ocurre que los marroquíes no son españoles y no lo aceptan. Siendo esto así, el desmantelamiento factico de la diplomacia marroquí, disuelve su realpolitik para pasar a encastillarse en principios sacrosantos, en un terreno en que ya no hay mediaciones. Los marcos y procedimientos funcionales y objetivos entran en pugna con la intensa subjetivación de aspiraciones y deseos de parte. Fuera de las convenciones que rigen en Derecho internacional. Como si de súbito y agonísticamente se pusieron de manifiesto dos regiones político culturales, que habiendo subyacido de siempre, la entidad de la crisis las ha hecho chocar.

Pues ahora se abre otro marco novedoso de relaciones multilaterales y ¡multiculturales! Añoraremos el pasado.

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