La crisis de la Covid-19 ha dado un vuelco profundo a nuestra realidad, forma de vivir, trabajar, relacionarnos y visión del mundo en general.

Las Organizaciones Empresariales trabajamos duro con el fin de contribuir a que el tejido empresarial pueda superar los efectos adversos provocados por la crisis de la Covid-19.

También hemos colaborado a través del consejo asesor del presidente del Gobierno en la gestión de los riesgos inmediatos para la salud y el bienestar, el mantenimiento a flote de las empresas y la protección de los puestos de trabajo. Hemos dado un paso al frente para prestar servicios esenciales y amplificar la voz de las empresas en medio de esta situación sin precedentes que ha desencadenado la crisis de la COVID-19. En un entorno que evoluciona a diario, hemos tenido que rediseñar el apoyo que prestamos a nuestros miembros y asociados casi de la noche a la mañana.

La evolución de la crisis sanitaria ha obligado a adaptar y concretar de manera continua las medidas adoptadas, al objeto de recuperar paulatinamente la actividad productiva, garantizando la capacidad de respuesta de todos los sectores económicos y sociales.

La intervención en las empresas a través de la medicina del trabajo ha sido de gran ayuda en el objetivo de prevenir y tener claro cómo actuar en cada caso y circunstancia. Las tareas habituales de los departamentos de medicina del trabajo, se han visto transformadas en gestión de aislamiento para los casos positivos y contactos estrechos, estudio de trabajadores potencialmente sensibles, adaptación de puestos y propuestas de teletrabajo, selección, adquisición y entrega de los EPIS (equipos de protección individual) más adecuados, asesoramiento a empleados y cúpulas directivas que estaban desconcertados por lo que estaba ocurriendo. Informar, tranquilizar a trabajadores y decidir quién retornaba al trabajo, siempre intentando que fuera en las mejores condiciones posibles.

Ahora se abre un nuevo escenario con el proceso de vacunación en marcha como continuación a la estrategia de prevención llevada a cabo hasta ahora. La finalidad de la vacunación es prevenir la enfermedad y disminuir su gravedad y mortalidad, evitando los riesgos que se puedan derivar. A medida que ha ido avanzando el proceso de vacunación ya se va viendo reflejada una disminución en la presión asistencial y por tanto el riesgo de sobresaturación de la demanda y colapso del sistema sanitario. Esperemos que pronto, también se vea reflejado en una recuperación de la actividad económica en circunstancias lo más próximas posibles a la normalidad.

La vacunación ha de ser un acto solidario de conciencia y responsabilidad ciudadana. Pero también debe ser respaldado por una inversión sostenida y planificada de recursos e infraestructuras.