La imagen más completa de nosotros mismos es la desnudez. Nuestra sociedad sigue siendo el hallazgo del prejuicio: sí, el mismo que con concreción, se integra en una moral absurda y no da espacio a lo natural. Todos vivimos en el mismo mundo, pero cada persona tiene su universo particular. Me resulta sutil y gozoso ir a la playa; y pasear “en pelotas”. Desde tiempos históricos, los grandes maestros de la pintura, abordaron con profundidad la desnudez. Descubriendo, con arte, las formas de nuestro cuerpo y el origen de nuestra anatomía. Hace pocos días, aprovechando los primeros rayos de sol, me fui a dar un paseo por la playa. La verdad, parecía un desierto con olas; es una sensación extraordinaria combinar el silencio con el sonido del mar. Me puse a caminar con la soledad puesta, y al rato escuché unas voces. No sonaban muy bien (sonrío) parecían venidas de la prehistoria... A lo lejos, en una duna, estaban dos personas gritando: “marrana, tápate”. Al descubrir tan vasto panorama, y viendo el grado de las palabras, seguí caminando sin decir nada. Las personas civilizadas, pueden estar en acuerdo o desacuerdo, pero jamás insultan. Los que se sirven del insulto no son personas extraordinarias, son extra ordinarios. Se me antoja terminar mi columna de hoy con una frase decadente: sí, defender mi derecho a pasear por la playa en “ pelota picada”.