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Barlovento en ‘National Geographic’

Barlovento en ‘National Geographic’

El reconocimiento de un producto de un lugar pequeño y apartado, valorando una raza autóctona, no es frecuente en el mundo de la globalización, que suele ignorar los valores tradicionales. Aquí y ahora, tiene un doble significado, el valor y el trabajo de Brenda y su familia en la Granja Los Tumbitos, dignificando elementos de la cultura local con su queso hecho con leche cruda y cuajo de la tierra, unido con una modalidad importante, el ganado criado en granja con un pastoreo complementario, pastos de la tierra, de los brezos y fayal del monte, ello unido a que la raza palmera es un animal que se ha desarrollado moviéndose en una topografía complicada (verano en la cumbre, invierno en los acantilados costeros).

No olvidemos, que en las últimas décadas, con la llamada globalización se ha potenciado una agroganadería con planteamientos industriales, las llamadas vacas manantial, pasando de 3.000 litros vaca/ año, a superar en algunos casos los 12.000. Qué decir de los rendimientos en cereales con la Revolución Verde, pasando de producir en torno a 700 Kg de trigo por Ha, a superar los 3.000 Kg, y algo similar en arroz y maíz. Entre 1970 y 2000 la producción mundial de cereales aumentó en torno al 2% anual. La naturaleza nos ha dicho que tal situación no es sostenible, la población mundial supera los 7.000 millones de personas, y más de 2.000 pasan hambre. Frenos que hacen mirar para detrás, para lo pequeño. No podemos seguir pensando en incrementar los rendimientos. Valga como referencia que Barlovento, el municipio con más agua por habitante de Canarias, forma hoy parte de la Canarias vaciada.

¿National Geographic en la desglobalización? El cambio climático, el agotamiento de los suelos sobrexplotados por los monocultivos y la carga de sales y productos químicos, que alteran la flora y la fauna, y lo que es más importante, la salud de los humanos. Léase el glifosato en EE.UU. y Alemania, y el agotamiento de las semillas al haber reducido las plantas cultivadas, ya que ahora las semillas no las controlan los campesinos, son de las multinacionales, y en algunos casos están modificadas genéticamente.

Ahora hablamos más de agricultura orgánica, de reducir la dependencia del exterior. El Covid-19 es una lección que revaloriza un mundo local. Se crean nuevas fronteras. La guerra económica entre las principales fábricas del mundo, China y U.S.A., pone de manifiesto que lo pequeño, lo local es algo básico en una mejor distribución del bienestar de los pueblos.

Estas líneas pretenden revalorizar el buen hacer de Brenda y las mujeres que se han puesto al frente de la Asociación de la Cabra Palmera, y también en otras actividades en toda Canarias. Pero son también para dignificar a los jóvenes que han creído en el mundo rural, y que demanda faros que nos alumbren.

La juventud de Brenda pone de manifiesto que se puede luchar contra las lacras del paro juvenil en Canarias, ya que es también un tema de compromiso socioambiental, del que hemos de hablar, los campos cubiertos de maleza, con peligro serio para los incendios de verano. En las cinco islas occidentales, hemos de hacer una política agro-ganadera-forestal, que dignifique las actividades vinculadas a la misma. Canarias puede abastecerse de numerosos productos: papas, parte de la demanda de leche, y gran parte de la de hortalizas y verduras, frutas templadas y tropicales.

Las islas pueden y deben revalorizar una cultura que genere riqueza, y sobre todo, que evite sustos ambientales en los veranos canarios. Necesitamos con urgencia una ley que obligue a la limpieza de las zonas pobladas y el entorno urbano forestal, tema básico en la prevención de incendios. Las ovejas y las cabras con pastores son aliados ambientales, y estos deben jugar un papel básico junto a los agricultores. Hace falta normativa que fomente el cultivo de las tierras balutas, que potencie la agricultura orgánica.

Sean estas líneas de encuentro, de reconocimiento, de revalorización de un ayer que parece que es semilla que arraiga en un mañana, en la que el campo y los campesinos, no sólo son algo básico en la lucha contra el hambre, sino un pilar en la construcción de una sociedad más estable en lo social y lo ambiental, más equilibrada, potenciando una agricultura orgánica que nos haga menos dependientes del exterior.

Enhorabuena Brenda y familia, y los equipos humanos que han sembrado de una cultura de ayer con los aportes de los laboratorios y de los profesionales que han complementado el bien hacer, para obtener un producto de calidad. Mejorando una cabra mejoramos un patrimonio natural que la globalización no borró en los años que se monetarizó todo, eliminando muchas especies útiles ignoradas por el sunami que nos dijo que los conocimientos del ayer los enviásemos a la escombrera de la historia.

La cabra palmera, en épocas difíciles, nos alimentó con dos cornicales, vinagreras, calcosas o codesos, en la época del hambre y miseria, y hoy la sitúan con letras de oro en la revista que ha vivido en torno al mundo globalizado. Le agradecemos que haga surcos en los canteros de Barlovento, enhorabuena campesinos, y gracias, National Geographic.

Todo esto tiene un doble valor en el municipio que tiene más agua por habitante del archipiélago (en torno a las 1.000 pipas/hora), Barlovento, formando parte de la Canarias vaciada en un territorio que tenemos miles de parados con suelo y agua ociosos y las cabras y gallinas mirando para la bolsa de Chicago.

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