La Kulturkampf fue la lucha cultural que, a finales del S XIX en la Alemania de Bismarck básicamente, enfrentó a protestantes y católicos. Los católicos pretendían anteponer la autoridad papal y un modelo federal para que los estados católicos de Baviera, Westfalia, Renania pudieran sustraerse al poder prusiano de adscripción protestante. El partido católico fue el Zentrum que llegó a ser aliado de la socialdemocracia en defensa de los trabajadores, Hitler lo disolvió; fue el embrión de la Democracia cristiana y a través de los jesuitas del concepto de justicia social, concepto que delata a las izquierdas de influencia católica.

Quizá el mayor síntoma político cultural -no solo en España, pero si particularmente- son los argumentos de la derecha nacionalista española de la “batalla cultural”, “marxismo cultural”, “socialdemócrata” como lo sistémico correcto y caduco, o progre. Con este lenguaje se sumaban a una guerra que se está dando en el mundo occidental, a la vez que tildaban de claudicantes y acomplejados ideológicamente a todo el centro derecha, por incapaces de oponerse a la ideología de izquierda con su superioridad moral, cada vez más objeto de chanza. Últimamente se puede observar como en esta batalla cultural están interviniendo nuevos agentes, al margen de Vox, como ocurre en el mundo. Junto al periodismo, webs de pensamiento e intelectuales, si antes fue Albert Rivera ahora se han sumado Cayetana Álvarez de Toledo, Tony Cantó, Díaz Ayuso, Martínez Almeida, Girauta que abiertamente, y contra la sumisión del PP, no solo no rehúyen la lucha cultural sino que les divierte, responden puntualmente a la lucha de sexos, la nueva lucha racial antifas, arremeten contra el populismo acreditado ya gandul y cateto, y el sanchismo de aprovechamiento y amiguismo.

La izquierda yerma en hechos económicos y gestión reserva su artillería para execrar a esos liberales con la megafonía ideológica atonal facha-facha-facha y la iconología sagrada y auratica de la foto (¡fo-to!) de Colón. La izquierda solo tiene ideología y creencias, no maneja ideas ni emplea razonamientos, su debilidad e incompetencia le obliga a declarar todo sagrado y tabú, irrebatible, si pudieran: código penal, y más prohibiciones, porque son ideas muy simples, estultas pero totalitarias. Totalitarias porque osan asignarse la representación integral y exclusiva/excluyente de mujeres, colectivos o ideas generales, con la mayor estrechez de miras, como si estuvieran a punto de fundar una civilización, a partir de unos currículos que causan pánico, tanto como sus dejaciones sistemáticas y sus deserciones de gestión.

Nuestros social comunistas no conciben ninguna batalla cultural mundial al estar cercados por fachas y más fachas, millones, ocupados en su victoriosa guerra –la propia– contra Franco.