Me gusta contar que la política es pura emocionalidad, tanto desde el ser humano que desarrolla el cargo público como desde la ciudadanía. Aquel liderazgo político que mantiene a las personas en la misma emoción eternamente, decae por sí mismo.

Modo Iglesias es revolución de pensamiento asociado a una emoción sostenible quirúrgica.

Ese estado emocional quirúrgico que solo nos permite sobrevivir y disfrutar un tiempo. No podríamos soportar, emocionalmente, nuestra vida completa en un estado continuado de sentimientos y sensaciones, ya sean buenas o malas; por ello son quirúrgicas, porque requieren de una preparación previa y de unos procedimientos para prolongar ese “estado artificial”. Por ello, su foco y seguidores fluctúan en el tiempo y pueden ser perfiles sostenibles en número, pero no en cualidades o caracteres.

Ese es el funcionamiento de la polarización, sostenible e inconstante en el perfil. Acudes a la polarización cuando la insatisfacción te llega por algún motivo o hecho, te satisface un tiempo y, si muestras cierta estabilidad personal, sales por sí misma de ella y te diriges a buscar una plataforma donde puedas desarrollarte de otra manera; emocionalmente feliz.

La felicidad te lleva a una estabilidad deseada de saber y tomar conciencia de qué necesitas; tristeza, alegría, asco, miedo, sorpresa e ira. Y de que el secreto está en saber convivir con todas. Porque todas son útiles. Tomar conciencia de que la permanencia en una misma emoción es contraproducente. Si permanecemos emocionalmente en una misma emoción, generamos estados emocionales permanentes que nos llevan a no disfrutar…

Pensar que la sociedad quiere estar en un estado permanente de ira, disgusto o desaprobación es mostrar poca empatía con las personas o, de alguna forma, perder la visión de las necesidades básicas de los seres humanos; esas necesidades de funcionamiento que nos encontramos en los manuales básicos de psicología o en inmensos estudios, no tanto del marketing político, sino de cómo amamos y deseamos ser las personas.

En mi trabajo reciente en México, centrado en un partido más revolucionario, trabajábamos juntos la modulación y la toma de conciencia de que hagamos nuestra revolución, pero es agotador para nuestra gente exigirles la lucha.

Los liderazgos personales in extremis, sustentados en emociones inamovibles, polarizados en sentimientos básicos, inicialmente producen resultados atractivos, cómo globos llenos de gas; precisamente, esa misma emocionalidad invariable provoca desgaste emocional de seguidores y votantes a medio y largo plazo.

Me empeño en contar que, sin perder identidad, dirijámonos a los proyectos políticos más que a las ideologías. Las personas no somos puras ideológicamente, picamos de aquí y de allá.

Al margen de defensores, o de la diversidad de valoraciones personales a su candidatura, Modo Iglesias es brillante, un revulsivo, es recoger a ciudadanos y ciudadanas que se encuentran -a su manera y percepción- “enfadados - decepcionados”. Controlar y conocer el funcionamiento de las personas debería de ser la base de cualquier servidor público, sea azul, rojo, verde, naranja o morado… Al final, olvidamos lo más básico; nuestros deseos básicos de hoy.

Me encantaría ofrecer más soporte a los seres humanos que desarrollan estos liderazgos polarizados, para romper las propias polarizaciones del ser y así manifestar un estar emocionalmente prudente. Acercarnos más a la modulación del interés general, sosegado y coqueteando con un gobierno sostenible. Tenemos ejemplos de liderazgos modulados que, al margen de las ideologías, crecen en seguidores; por ejemplo, el tan conocido Alcalde de Cádiz, modulado y delegando técnicamente la gestión, dejando hacer y siendo más facilitador que conductor. Ese ‘Sí se puede’ deberíamos plantearlo desde el propio ser de la Organización, más que desde la ciudadanía.

Modo Iglesias desarrolla un diccionario vital de vencedores y vencidos. Útil y temporal, en una ocasión vital y con un propósito. Quizás más centrado en el análisis de los demás que en la propia plataforma de proyecto político personal y profesional.

El continuo cuestionamiento es la base discursiva. Para posponer la solución deseada del interés general de la ciudadanía. Fantástico para ser recogido por el status quo político establecido.

Es una persona que no se descorazona ante los obstáculos. Quizás, acostumbrado a la soledad y acomodado en ella; hijo único, pasó su infancia en Soria, y posteriormente se trasladó a Madrid. En el colegio llevaba su carpeta forrada de retratos de Bakunin y Durruti. Se inició como militante a los catorce años en la Unión de Juventudes Comunistas de España. Licenciado en Derecho y Ciencia Política, brillante, con premio extraordinario. Másteres en Humanidades Arte y Comunicación. Experto en debates de ética y pensamiento critico.

Muy querido y respetado, en el mes de enero de 2014 presentó el movimiento Podemos, con la intención de presentarse a las elecciones europeas, en las que logró cinco escaños. Poco tiempo después, lo abandonaría para presentarse a las elecciones generales de 2015…

A nivel personal, poco espontáneo en su conducta y manifestaciones, deseoso del apoyo ajeno y, me atrevería a opinar, que con deseos de tenerlo todo bajo control; sería un buen aliado para contrarrestar decisiones y acompañarte en ampliar focos de acción, le animaría a ceder su visión parcial, y permitirnos observar fotografías maravillosas de todo el paisaje.

Quizás, permitirse a él mismo observar otras maravillas para, desde ahí, llegar a más personas, más vidas, más ilusiones y más deseos.

Cómo decía Napoleón, “Sanar los males, jamás vengarlos”.