La intención es clasificar en Canarias al conejo silvestre como especie exótica invasora pero los cazadores se oponen rotundamente. La erradicación de este lagomorfo de Canarias conllevaría de paso la desaparición de la modalidad de caza tradicional, con podencos y hurones. No exageramos cuando afirmamos esta sentencia, pues todo esto es un entramado, que ya lleva tiempo gestándose, a causa de un grupo de personas muy radicales, en cuanto a la presencia de este roedor en Canarias. Entre los años 2010 y 2012 se inició una campaña, que pretendía conseguir la declaración del conejo como especie exótica invasora en el Catálogo Español de Especies Invasoras, del Real Decreto 613/2013 de 2 de agosto. Pero no lo consiguieron.

En 2018 se hicieron nuevos intentos, por parte de este grupo, para declararlo invasor, hasta que se publicó el Real Decreto 216/2019, de 29 de marzo, en el que se aprueba la lista de especies exóticas invasoras preocupantes para la región ultraperiférica de Canarias. Esta vez tampoco lo pudieron conseguir.

Ahora se cambia de táctica y se quiere tomar esta decisión con una modificación de la Ley 7/98 de Caza de Canarias, que se contiene en la disposición adicional decimoprimera de la Ley de Biodiversidad. Pero la oposición del mundo cinegético hacia esta propuesta es total. Por mucho que insistan, jamás desde el punto de vista de los cazadores se va a admitir este propósito. Todas las entidades de cazadores de las Islas están unidas en esta lucha.

El conejo silvestre es una especie originaria de España. De ahí viene su nombre de Hispania y así está reconocido por el mundo histórico y científico. Las Islas Canarias forman parte de España. Canarias es un archipiélago oceánico de origen volcánico que surgió hace entre 12 a 20 millones de años. Pero su población humana se ha venido asentando en diferentes oleadas, como se explica por historiadores y arqueólogos, con una primera etapa cifrada en mil años antes de la era cristiana. En esta fase algunas teorías señalan que llegaron fenicios, púnicos y romanos sucesivamente hasta el siglo IV de nuestra era.

Luego se sucedió otra fase, hasta el siglo XIII, en que ya estaban pobladas todas las islas, y seguidamente llegaron los castellanos y otros europeos. Estos navegantes llevaban siempre en sus viajes, en busca de la púrpura y la orchilla, animales vivos para consumo y otros para dejar en sus paradas, de forma que en siguientes viajes estuviesen ya aclimatados en esas tierras para cazarlos. Entre ellos dejaron cabras, ovejas, cerdos, perros y seguro que la especie originaria de España, como es el conejo, también llegó a las Islas. Hallazgos arqueológicos lo citan así.

La Base de Datos de Biodiversidad Canaria señala que el conejo se encuentra en Canarias naturalizado, en todas las islas e islotes.

Las especies naturalizadas pueden pasar a ser especies invasoras si se hacen suficientemente abundantes por tener un efecto adverso sobre las plantas nativas y los animales. Pero el caso no es este. No basta con situar que el conejo lleva en Canarias desde el siglo XV, por que hay datas escritas. No hay que olvidar lo dicho de que, en excavaciones arqueológicas, se han encontrado sus restos, datados en épocas de la protohistoria de Canarias –es decir antes de la historia escrita– y que la abundancia actual de conejos brilla por su ausencia

Por tanto, este nuevo intento no tiene razones ciertas para considerarlo como especie exótica invasora. Además de ello, la International Union for Conservation of Nature (IUCN) ha catalogado el conejo de monte como una especie en peligro en su área original de distribución, que es España. Y Canarias forma parte de ella.

Las pocas publicaciones en este sentido están dirigidas por las mismas personas, y es extraño que los daños que se le atribuyen a los conejos sobre la retama canaria solo hayan surgido desde hace unos pocos años, a pesar de que los más prestigiosos biólogos canarios ya lo han estudiado y no han encontrado indicios de una presencia importante de esta planta en los conejos. Pero, es más, el conejo atraviesa desde hace 20 años un retroceso importante debido a las enfermedades víricas y a las sequías persistentes. Las estadísticas lo demuestran.

Otro tema que va encadenado es que si se declara el conejo como especie exótica e invasora, está previsto que se aplique el Real Decreto 216/2019, y se podría erradicar por medios físicos, químicos o biológicos letales o no letales, tal como se recoge en su artículo 10. Será imposible que una raza canina, como es el podenco canario, originaria de Canarias, admitida por la FCI con una antigüedad de 7.000 años, se pueda mantener, al no tener su utilidad para la caza del conejo, que sería erradicado o reducido a la mínima expresión.

En Canarias hay casi 13.500 cazadores, lo que puede representar cifras de hasta 80.000 podencos. Igual sucedería con los hurones, que son auxiliares del podenco canario en la caza, con unas cantidades de hasta unos 25.000 ejemplares, totalmente controlados, y que se pretende en esta Ley de Biodiversidad, que sean identificados, con microchips, sin que ello aporte ningún beneficio, ni para la biodiversidad ni para los cazadores.

En fin, un verdadero cataclismo le espera a la caza en estas Islas, que ojalá se pueda remediar con el entendimiento y la madurez necesaria de los responsables de la Consejería de Transición Ecológica del Gobierno canario, dadas las razones que desaconsejan estos cambios, que proponen en la Ley de Caza, al incluirlos en la Ley de Biodiversidad.