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Predicar con el ejemplo

Predicar con el ejemplo

Es legítimo que una persona que mida 1,50 tenga la ilusión de ser jugador profesional de baloncesto. Pero lo tiene bastante crudo. Hay aspiraciones imposibles cuando no se tienen determinadas aptitudes naturales. Lo mismo pasa con un país que quiere ser una potencia agrícola, pero no tiene suelo disponible ni agua abundante y barata.

Las Islas Canarias han desarrollado el turismo porque es lo que mejor pueden hacer y para lo mejor que están dotadas. No es fruto de la casualidad, sino de la causalidad. Lo mismo que en su día, cuando era un puerto franco, se desarrolló como una importante zona de comercio. Existen limitaciones naturales insalvables, pero todo lo demás se puede conseguir con inteligencia y las políticas fiscales adecuadas.

Una vez más se ha escuchado en el Parlamento de Canarias el mensaje de que hay que diversificar la economía de las islas. Que no se puede seguir dependiendo en exclusiva del monocultivo del turismo. Y los caminos que se apuntan son las nuevas industrias tecnológicas donde la prestación de servicios no dependen de la localización geográfica.

Resulta asombroso que se digan cosas como esas en una tierra donde a una de las principales universidades no presenciales del mundo, Tech University, instalada en la Zona Especial Canaria (ZEC), se le están poniendo todos los palos en las ruedas para impedir su expansión. Se entiende mal que por un lado estemos apostando por crear miles de trabajos en ese nuevo mundo digital y por el otro lo estemos boicoteando. Sería pura esquizofrenia, si no fuera otra cosa: la resistencia del viejo mundo a enfrentarse a la competencia de uno nuevo.

Cuando el Gobierno canario habla de la transición a las energías renovables lo que está planteando es la soberanía energética de las islas, nuestra independencia del suministro de combustibles fósiles –que encarecen nuestras producciones– y la mitigación del impacto en el medio ambiente, que es una pieza esencial para el turismo. Pero eso no nos dará de comer, porque las energías renovables no se puede exportar. Estas islas necesitan vender bienes o servicios al exterior para compensar su balanza de pagos. El año pasado perdimos casi mil millones en exportaciones y once mil millones en ventas de servicios turísticos. Un desastre sin paliativos.

Diversificar nuestras fuentes de riqueza exige muchísima determinación, una gran inteligencia de consenso y profundas reformas políticas. No es imposible, pero es muy difícil. Ahí tenemos, por ejemplo, el gran mercado de los países africanos en desarrollo y nuestra posibilidad de jugar un papel fundamental en la provisión de tecnologías y conocimientos para esa expansión económica y social. Pero para ello, la Unión Europea y España tendrían que darle a estas islas un papel que por ahora no tienen. Y que ni siquiera hemos pensado y propuesto nosotros mismos.

Mal puedes cambiar de modelo cuando ni siquiera sabes a dónde quieres ir. Ni lo que quieres hacer. Por eso, esa vieja frase suena tan hueca cuando se vuelve a escuchar, como el ruido de la lluvia en los techos de cartón de nuestra política.

Dicen que el infierno está en los pequeños detalles. Razón tiene el compañero de la Ser, Javier Rodríguez, que felicitó a los portavoces de CC (José Miguel Barragán) Podemos (Manuel Marrero) Nueva Canarias (Luis Campos) y Agrupación Socialista Gomera (Casimiro Curbelo) por el simple hecho –pero significativo– de subir a la tribuna del Parlamento, en el debate sobre el Estado de la Nacionalidad, provistos de mascarilla. Mal se le puede pedir a la gente que sea responsable y que extreme todas las precauciones, cuando no se predica con el ejemplo. No se trata de que en la tribuna de oradores exista un alto riesgo de contagiar a otros, porque probablemente no sea así, pero la imagen que se transmite por la televisión o en las fotografías de los medios de comunicación sí que es importante. A todos nos exigen que llevemos mascarillas. Da igual que estés en el gimnasio o caminando por la calle, aunque estés a bastante distancia de otras personas. ¿Qué menos que enseñarle a los ciudadanos que sus representantes públicos son los primeros en cumplir a rajatabla lo que le piden a los demás? Alguno dirá que esto es anecdótico. Pero si se piensa bien, tiene mucha relevancia. La de predicar con el ejemplo.

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