Hoy me he quedado un rato observando cómo dormías, decidí parar el tiempo, y aunque no lo creas, creo que lo conseguí… conseguí adentrarme en los recuerdos más profundos, aquellos que han hecho de nuestra amistad una amistad única.

Conseguí quererte más si cabe, y ver con toda claridad que no habrá nadie como tú, que haga de mí lo que hoy soy.

Y aunque comience a doler la realidad, esa que me dice que pronto te irás, no puedo estar más feliz de haberte conocido.

Ahora, en este proceso de despedida, empujado por el dolor y la entereza de mantenernos juntos, surgen muchas preguntas…

¿Será cierto que los perros vienen a este mundo a cumplir una misión? ¿Qué los ojos de mi amigo volverán en otra mirada?

Como ves, muchas de ellas sin respuesta, pero que sin buscarlo calman ahora el vacío de mi alma, y la de muchos y muchas que alguna vez han aprendido a amar con su perro.

Una carta para Ecco, que se lo merece, y para otros como él, que han ayudado a hacer de este mundo un mundo más sensible, más humano y sobre todo más bonito.

…Llegó a casa hace casi 9 años, y recuerdo como si fuera ayer su olor, sus patazas de cachorro y su patosería al andar. Patosería que ha mantenido toda su vida, y que me sigue sacando una sonrisa nostálgica.

Desde entonces ha sido mi compañero de viaje inigualable, de esos de los que presumes al hablar. Un amigo que sabe cómo consolar en los momentos más duros que puede llegar a tener una persona ha sabido sacar una sonrisa, justo en el momento exacto, calmar muchos de mis miedos, o incluso apreciar las cualidades más bonitas que tengo.

Sí, lo sé, es un perro.

Pero como me dijo una vez una persona a la que admiro y respeto por su profesionalidad, al final es amor. Y el sentimiento y la emoción de mis palabras se transmiten con la misma sensibilidad, cariño y sobre todo el mismo respeto que puede abarcar esta palabra tan delicada, importante y necesaria para cualquier ser humano.

Ecco es un perro boyero de Berna, especial, un perro empático, lo demostró en diversas ocasiones, ayudando a muchos niños a superar miedos, incluso a derribar sus mayores dificultades, y ahora en su última etapa de vida ha decidido irse poco a poco, para que todos los que le quieren tengan tiempo de despedirse de él. Y aunque a veces parezca que mi amigo se está apagando, puedo asegurar que es justo lo contrario, porque si hay algo que me ha demostrado Ecco en todos estos años es que él es Luz.

Mi agradecimiento está en todos esos momentos que juntos hemos compartido, en nuestros paseos infinitos hasta caer la luz del sol, o incluso ante los primeros amaneceres, mi agradecimiento está en tus abrazos, o en tu mirada de consuelo, mi agradecimiento está en estas palabras que salen de lo más profundo de mí, por y para ti, amigo Ecco.