Recientemente se ha celebrado en Madrid la reunión anual del Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo (OMT) en la que el rey Felipe VI se dirigió a los presentes mostrándoles su confianza por la recuperación “lo antes posible” del sector turístico ante el impacto brutal que ha sufrido debido a la pandemia actual que nos asola, aunque con la esperanza de que la vacuna sea de alguna manera la tabla de salvación de dicho sector.

En dicha reunión se habló de la importancia que tiene para muchos países y regiones –se puso el ejemplo de Canarias ya que el turismo es el principal motor económico del archipiélago–, todo lo relacionado con el turismo: viajes, hoteles, apartamentos y pisos turísticos, transportes, agencias, hostelería, ocio, excursiones, comercio…; resaltando la importancia de la colaboración público-privada para mantener un sector turístico fuerte que es vital para el desarrollo económico de cualquier comunidad.

Las cifras que se aportaron en torno a Canarias son alarmantes: la inversión para la compra y/o renovación de hoteles se hunde un 63 %; el sector hotelero está prácticamente cerrado ya que afecta a más del 70 % de las camas existentes; y esto es como consecuencia de que las grandes cadenas hoteleras que operan en el archipiélago han decidido, para minimizar daños, reducir al mínimo su oferta ante la evidente ausencia de clientes; de los 70.000 trabajadores del sector se puede calcular en cerca de 50.000 los que ahora mismo se encuentran en un ERTE. De hecho, se ha llegado a un acuerdo para extenderlo hasta el 31 de mayo; aunque la oposición al gobierno cree que dicha prolongación es insuficiente y piden que se alargue hasta el 31 de diciembre de este año.

Ya se habla del rescate del sector turístico –para lo que el gobierno canario seguramente tendrá que pedir un préstamo–, al igual que lo han hecho otras comunidades autónomas: el gobierno balear ya ha presentado un plan de rescate de 103,5 millones de euros. No olvidemos que ya se pusieron en Canarias 11 millones para agricultura, 32 para el transporte de viajeros y 9 millones para el sector marítimo. Ahora se estudia el implantar otras medidas como la reducción fiscal, el aplazamiento de pago de tributos, distintos tipos de subvenciones así como transferencias directas que lleguen al máximo de empresas y de personas necesitadas. Y, aunque Ashotel ha instado al gobierno canario a una rebaja del IGIC hotelero para poder seguir siendo competitivos, este se niega en rotundo.

Pero tal vez uno de los mayores retos que ahora mismo tienen las islas es la falta casi absoluta de conectividad aérea. Parece un mal sueño, pero la realidad es que la pandemia ha devuelto a datos de 1990 el tráfico de pasajeros en nuestros aeropuertos: las limitaciones y las trabas sanitarias para viajar han provocado una caída de 28 millones de pasajeros en nuestros aeropuertos; siendo el de Tenerife Sur el que más ha notado dicha caída. Además, las aerolíneas avisan que las islas corren el riesgo de verse sin aviones si siguen cerrando las compañías aéreas, o continúan perdiendo dinero con los aviones parados en los hangares, por lo que se podrían quedar sin rutas suficientes para el caso de volver a traer turistas. Por otra parte, sigue la guerra entre Canarias y Madrid entre solicitar a los pasajeros que llegan a nuestras islas las pruebas PCR, como garantía de que están libres del coronavirus o, simplemente, los test de antígenos como admite Bruselas y acepta hasta ahora el gobierno canario.

El caso es que, mientras no alcancemos un elevado porcentaje de personas que sean inmunes al covid-19 y, por consiguiente, alcancemos la inmunidad de grupo, el futuro sigue siendo incierto e inestable para el sector turístico; por lo que la mayoría de los expertos consideran que no se llegará a los niveles de libertad para viajar y poder llevar una vida normal hasta el año 2023; siendo posiblemente Europa donde antes se pueda conseguir dicha normalidad.

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