En prácticamente todos los países europeos, y no sólo en España, se escuchan estos días quejas a veces contradictorias sobre la insuficiencia de las vacunas encargadas por Bruselas y la lentitud con la que se está procediendo a su administración.

¿Por qué la Comisión Europea no encargó más dosis, por ejemplo, de la primera vacuna aprobada por Bruselas, la de Biontech? Me resisto, por cierto, a llamarla, como hacen muchos, “la de Pfizer” porque fue el laboratorio alemán Biontech, fundado por una pareja de científicos de origen turco, el primero que la desarrolló.

La respuesta es sencilla: no se hizo porque no se sabía cuáles de las distintas vacunas que se estaban desarrollando al mismo tiempo tendrían finalmente éxito y se decidió apostar al mismo tiempo por varias. A toro pasado, es siempre mucho más fácil criticar.

Los negociadores de Bruselas no quisieron en cualquier caso fiarlo todo a la de Biontech porque, al igual que la estadounidense de Moderna, se trataba de un método totalmente nuevo de producir una respuesta inmunitaria frente al virus.

También se tuvo en cuenta el diferente precio de los distintos productos en fase de ensayo: cada dosis de Moderna cuesta al parecer 18 euros, la de Biontech, 12 euros- en ambos casos son necesarias dos dosis por persona- mientras que la de Oxford Astra-Zeneca, que requiere una sola dosis, es mucho más barata: 1,76 euros.

Si cada una de esas cantidades se multiplica por los alrededor de 446 millones de habitantes de la UE, suponiendo que hubiera que vacunar a todos, el presupuesto total sería muy distinto según qué vacunas finalmente se utilizasen.

Según fuentes de la Comisión citadas por el diario alemán FAZ, los países del Este de Europa presionaron para que no se gastara más de lo necesario en vacunas en un momento en que no se sabía cuáles terminarían aprobándose.

Alemania, que ostentó la presidencia europea durante el último semestre, no quiso por otro lado aparecer una vez más como el país egoísta que se lleva la parte del león de las vacunas gracias a su capacidad económica y prefirió un reparto según la población de cada socio de la UE.

Ya bastante pasó al principio de la pandemia cuando Alemania, junto a otros países europeos, decidió prohibir la exportación de mascarillas y demás material protector, que tanto escaseaba en aquel momento.

En total, según fuentes comunitarias, la UE ha encargado 2.000 millones de dosis de distintas vacunas de seis laboratorios distintos, lo que en principio debería bastar para inmunizar a todos los ciudadanos, aun teniendo en cuenta que en algunos casos es preciso administrar dos dosis a cada persona.

Según el diario antes citado, a finales de noviembre la UE había encargado 405 millones de dosis del laboratorio alemán Curevac, 400 millones del anglosueco Astra-Zeneca y la universidad de Oxford, otros 400 millones del estadounidense Johnson & Johnson, 300 millones de dosis del francés Sanofi-GSK, otros tantos de Biontech-Pfizer además de 160 milllones de Moderna.

Nadie podía prever antes del verano que estos dos últimos laboratorios serían los más rápidos en superar la fase tres de los ensayos clínicos y recibir el visto bueno de de las autoridades sanitarias tanto de EEUU como del Reino Unido, primero, y finalmente de la UE.

Muchos se preguntan también por qué Bruselas tardó más que Washington o Londres en aprobar las primeras vacunas. Parece que la respuesta tiene que ver con la exigencia de responsabilidades: sobre todo el laboratorio estadounidense Pfizer exigía que fueran los países quienes corrieran con las eventuales reclamaciones por los efectos secundarios no deseados.

Tanto los estadounidenses como los británicos aceptaron en principio tales condiciones mientras que los europeos intentaron resistirse hasta el último momento debido sobre todo a la aversión al riesgo de algunos países miembros.

Otra pregunta que se hace la gente es cuándo se conseguirá la llamada “inmunidad de rebaño”, lo que exige que se vacune entre el 60 o el 70 por ciento de los habitantes de un país. Estamos todavía muy lejos de ello, pues incluso Israel, que es el que más prisa se está dando con la vacunación, sólo se ha llegado hasta ahora al 14 por ciento.

Todo dependerá además en buena medida del número total de vacunas finalmente aprobadas y de la capacidad de producción de los diferentes laboratorios..

Por cierto, la Comisión Europea no ha querido hacer públicos hasta ahora los contratos firmados. Cada fabricante pretende obtener el máximo beneficio - al fin y al cabo se trata de un lucrativo negocio, aunque financiado en buena medida con fondos públicos- y el secretismo ayuda siempre.