Escrache es aquello que si lo recibe el contrario es “jarabe democrático” y cuando te toca a ti es “acoso intolerable”. ¿Por qué tender puentes hacia otras opciones políticas, colocando el interés del vecino por delante, cuando puedes dinamitarlos y, de paso, destruir desde los cimientos la convivencia ciudadana? Divide y vencerás, más viejo que el hilo negro.

Selfi, tomado con ese móvil que cuesta más que un salario mínimo interprofesional, que no trae ni el cargador, y debe ser un milagrito porque se agota en las tiendas a la misma velocidad que esa consola de videojuegos, reedición de la que compraste hace unos años y que nada aporta a tu vida. La Navidad sigue siendo símbolo de consumismo, aun teniendo que guardar distancia social, estando semiconfinados… Cuando alguno no tiene ni qué llevarse a la boca.

Refugiados nos han llegado unos 20.000 del África cercana. No hace falta que nos vayamos a Siria: Hoy son los hoteles canarios, huérfanos de turistas, el campo de concentración donde se hacinan los sueños rotos de quienes sólo quieren comer cada día. Sí, aldea global cuando se trata de fardar en Instagram de nuestras vacaciones en Bali o nuestro curro de fábula en Dubai, pero no para que otros seres humanos escapen de la guerra y la miseria.

¿Populismo? ¿Yo? Pregunte al que lo enarbola cada día con el fin de esconder su ineptitud. La mentira, el relato abiertamente tergiversado y hasta el insulto barriobajero, ganan terreno a las propuestas. En el mismo saco meto monarquía, desahucios, eutanasia, violencia de género, defensa del español, sanidad pública… En ningún asunto estamos de acuerdo, te escupo y azuzo un fisco en Twitter a miles de cuentas fantasma (o no) para que, de nuevo, te escrachen.

Aporofobia, esa enfermedad mental que aqueja a quien rechaza al pobre, a la que hemos puesto nombre en una era en que somos la excepción los que cobramos cada mes. Con los 1.200 euros que muchos han pagado por el teléfono del que hablaba, comería durante un tiempo alguno de los 800.000 isleños que viven en la pobreza o en riesgo de estarlo. No ha pasado una década y vuelven chabolas, bancos de alimentos y ayudas de supervivencia, que paradójicamente coexisten ahora con tetas de silicona, implantes capilares y tatuajes.

Microplásticos siguen llenando nuestros océanos, respiramos aire apestoso y contaminado, seguimos vertiendo mierda sin tratar al mar, quemamos gasolina para obtener electricidad, enterramos basura sin reciclar... En Canarias, en la Tierra, subsistimos empeñados en este canibalismo atroz que nos condena a habitar un entorno tóxico y saturado de vacío.

Emojis, en concreto la caca sonriente, se los dedicaría yo a todos los citados, y también a quienes niegan la urgencia de adoptar medidas encaminadas a reflotar la economía, o bajar impuestos a autónomos y pymes que hacen cajas diarias de diez u once euros. El actual cero turístico hiere de muerte a este archipiélago sin plan B, en el que dependemos todos de una u otra manera del sector servicios, y al que espera un 2021 de miseria y sumisión. Y el 2022.

Desde 2013 la Fundación del Español Urgente, constituida por la Real Academia Española y la Agencia Efe, elige la palabra del año entre términos presentes en el debate social, que generen interés lingüístico. Escrache, selfi, refugiado, populismo, aporofobia, microplásticos y emojis merecieron semejante honor desde entonces, y el 29 de diciembre una de estas diez finalistas engrosará tan selecto grupo: Coronavirus, infodemia, resiliencia, confinamiento, COVID-19, teletrabajo, conspiranoia, tiktok, estatuafobia, pandemia, sanitarios y vacuna. Ganarán Coronavirus o COVID-19. Total, llevan ganando desde hace meses. Llevan vidas de ventaja.

Feliz Navidad. Les deseo que usemos trabajo, solidaridad, salud, justicia y paz.