A mitad de octubre pasado escribí en El Día mi opinión acerca de la desprotección a la que estaba sometida Canarias. Ahora, cuando leo el Dominical del mismo periódico tinerfeño, donde hace alusión a la “batalla eterna”, me vienen a la memoria los años de 1970 en el Sahara occidental. Constato que Canarias está más desprotegida.

Me explico aludiendo al debate político en las Cortes Generales españolas ante el proyecto de ley del presupuesto del año de 2021, inmerso en la pandemia del covid-19. Tal como señala la amiga y compañera Ana Oramas el presupuesto no recoge la demanda de peticiones incluidas en el REF de Canarias. Un régimen económico y fiscal que comprende un tratamiento diferenciado para afrontar el aislamiento y la insularidad de un territorio agrario y turístico con alta dependencia del exterior donde debe prevalecer la solución del paro, la desigualdad y la pobreza en una comunidad alejada de la península y del continente europeo. Sin embargo, vecina del continente africano, lo que le permite ser un puente geoestratégico de los migrantes africanos en busca de un mundo mejor y cuya estancia en Canarias está generando un problema de desigualdad y desatención, tal como lo refleja semanalmente el exsenador Arcadio Díaz Tejera, juez de Gran Canaria, la isla receptora de la mayoría de los migrantes, ansiosos de continuar hacia la Europa comunitaria.

Para mayor INRI entiendo que después de lo sucedido recientemente en el sur del Sahara occidental, en la frontera con Mauritania, Canarias está más desprotegida aún. Basta con leer las noticias de la prensa, la radio y la televisión en estos días y de manera particular el reciente discurso del rey de Marruecos al pueblo marroquí, con ocasión del 45 aniversario de la Marcha Verde que tuvo lugar sobre el Sahara occidental, entonces bajo el dominio de España. Acudí al final del discurso del rey alauita y leí que Marruecos había concluido durante el año 2020 el trazado de sus espacios marítimos. Entonces me acordé del periodista Ignacio Cembrero cuando dio a conocer en El País la posición de la Unión Europea ante la ONU aprovechando mi pregunta al Consejo de la UE. También el artículo del coronel Pérez Piqueras sobre el conflicto saharaui-marroquí y que catalogó como un problema sin final, y el de Miguel Ayala en el dominical de El Día. Personalmente evoqué al recordado amigo y compañero Victoriano Ríos, expresidente del Parlamento de Canarias y exsenador de la comunidad.

Lo que tengo claro es que Canarias está más desprotegida que antes. Entre el problema del Sahara, de antes en 1975 y de ahora, los presupuestos estatales españoles, las acciones contra la pandemia en el sector turístico y la crisis de las migraciones nos vemos abocados a buscar soluciones. De ahí que cada vez más resulte adecuado, entre otras acciones, llevar al mundo audiovisual el documental Arena en los ojos (Entre el Sahara y Canarias), para conocer la realidad del mundo saharaui y sus relaciones con Marruecos, con la misión del referéndum sahariano (Minurso) y el propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. De manera particular después de noviembre de 1975 cuando la Marcha Verde sobre el Sahara occidental, que fue organizada por Marruecos con el apoyo de Francia, los Estados Unidos de América y Arabia Saudí, pero con la tolerancia del gobierno de España. Curiosamente fue la razón de ser de mi humilde implicación en la política canaria, española y europea, desde 1979 a 2003, exigiendo el derecho a la autodeterminación. De camino para evitar una mayor desprotección de Canarias tal como sucedió con el Sahara el 14 de noviembre de 1975 cuando se aprobó la Declaración de Principios entre España, Marruecos y Mauritania sobre el Sahara occidental, conocida como Acuerdo Tripartito de Madrid. Se materializó en febrero de 1976, después de la aprobación de la Ley 40/1975, de 19 de noviembre, sobre descolonización del Sahara. Menos mal que Canarias es actualmente Región Ultraperiférica de la Unión Europea.

En el Epílogo que escribí en mi informe de 2002 resalté que mientras la Comisión Europea contribuía con 40 millones de euros a la ayuda alimentaria de los refugiados en los campamentos de Tinduf, el Polisario exigía a la ONU una fecha fija para el referéndum, continuaba la migración ilegal a Europa vía Marruecos y a través de Canarias. Pero los refugiados en los campamentos de Tinduf seguirán estando refugiados, prisioneros del desierto y de la pasividad e indiferencia mundiales, y las mujeres saharauis continuarán sembrando grano a grano la semilla de la esperanza entre su gente del exilio mientras el mundo sigue impertérrito. ¿Hasta cuándo?, me preguntaba.