Dicen los manuales que el término -literalmente Kulturkampf en alemán- fue utilizado por primera vez por el artífice de la unificación alemana, Otto von Bismarck, en su campaña contra la influencia de la Iglesia Católica. Volvió a tomar fuerza en la vida política -ya en el sentido que lo conocemos, pero no lo practicamos, hoy- en 1991 cuando el sociólogo americano James Davison Hunter publicó Guerras culturales: la lucha por definir América.

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