Hay gente pesimista que siempre ve el vaso medio vacío. No hay nada que hacer con ellos. Son los que dicen que como el turismo se ha ido a freír puñetas, en unos pocos meses nos vamos a morir de hambre. Que las colas en los comedores sociales van a dar la vuelta a la isla. Y que el PIB va a caer un 30% y que eso es la ruina.

Esa gente negativa da siempre indicadores científicos, como que ha bajado casi un 20% la recogida de basura, que por lo visto es un dato fantástico para saber que somos más pobres. Chúpate esa. Cuanta menos basura bajes en la bolsa, más miserable eres. Esa sí que no te la esperabas, Burlancaster.

Pero yo les digo que no les hagan caso. Que esto está muy lejos de estar mal. ¿Creen ustedes que si estuviéramos tan mal miles de africanos se jugarían el bigote viniendo en cayucos o pateras? ¿Creen ustedes que si esto fuera una ruina Pedro Sánchez se habría pasado el verano rascándose las bolas en la playa privada de La Mareta?. Por supuesto que no.

Para que se hagan una idea de nuestro nivel de bienestar ¿conocen cualquier otro país del mundo que mande a sus inmigrantes ilegales a un resort turístico? En Ceuta y Melilla te puedes dejar las pelotas en las cuchillas de la valla. Pero en Canarias los mandamos a un hotel. Eso da la medida de la grandeza de nuestros corazones y, sobre todo, de que las cosas no pueden estar tan mal como dicen algunos cenizos.

Si estuviéramos en crisis, es decir, si miles de familias canarias no tuvieran un techo decente o vivieran en una chabola o en una cueva de un barranco, la benemérita delegación del Gobierno de España en la macarronesia guanche les habría pagado ya el alojamiento en un centro turístico. Porque es seguro que no vamos a tratar con menor humanidad a un connacional que a un inmigrante. Y no se extrañen que a las familias que esperan por una casa pública las manden el mes que viene al hotel Mencey, en lo que se terminan de hacer esas viviendas que han prometido.

Algunos tienen miedo del efecto llamada. Pues que lo vayan olvidando. En unos pocos meses confluirán hacia Canarias miles de personas provenientes de Africa. Pero no se asusten que lejos de ser un problema será nuestro futuro. Es el arma secreta canaria. Con la llegada de un tsunami de inmigrantes, el Gobierno de España tendrá que ir alquilando paulatinamente toda la planta hotelera de Canarias, que ahora mismo está cerrada por falta de turistas. Y a poco que lo hagamos bien, en muy poco tiempo vamos a tener de nuevo una ocupación hotelera igual a la que teníamos antes del virus. Y le sacaremos la pasta a Madrid para dar de comer, vestir y alojar a toda la peña. Un plan brillante donde los haya. Y un negocio redondo frente a los que veían todo negro. Fíjate tú lo negro. Me quito el sombrero.

El recorte

El biberón público. Un diputado de la izquierda verdadera se meaba de la risa el otro día escuchando a los empresarios de Turismo pedir caldo por señas a los partidos políticos de Canarias. “Mucho libre mercado y al final vienen a pedir pasta de papá Estado”, decía con sorna. Los sindicatos españoles, en casos como el de cierres de empresas como Alcoa o Nissan, pidieron miles de millones para evitar la marcha de estas empresas y la pérdida de puestos de trabajo. Pero si lo hacen los hoteleros canarios es motivo de risa. No sé si por ser empresarios o por ser canarios. Doble estigma antiprogresista. Pero no deja de ser cierto que todo el mundo, cuando vienen curvas, intenta conseguir que el dinero público termine pagando los platos rotos. Si los gobernantes no salvan a las empresas, la economía se destruirá y se perderá empleo irremediablemente. Pero para poder ayudar a todo el mundo hace falta un dinero que no tenemos. Europa nos dará créditos y subvenciones, pero será a cambio de reformas que una parte del Gobierno —la de Podemos— no está dispuesta a aceptar. Y si no hay reformas, no habrá dinero. Las negociaciones de los Presupuestos Generales del Estado de 2021 son mucho más que el ya conocido mercadeo de votos. Pedro Sánchez estará entre la espada de sus aliados, que quieren más gasto público y ni un solo recorte, y la pared de Bruselas que le ha puesto una tarea muy impopular que cumplir. No lo tiene fácil.