Ayer se reunió la mojiganga titulada Pacto para la Reactivación Social y Económica de Canarias y al término de la sesión Antonio Olivera, viceconsejero de Presidencia y discreta prima donna de la inteligencia psocialista, garantizó que dentro de quince días el Gobierno autonómico podrá entregar un borrador completo (sic) del Plan para la Etcétera y Etcétera. Atención: completo, pero un borrador. El documento definitivo estará quizás para mediados de octubre, con sus fichas de gasto, sus mecanismos de fiscalización y su canesú, y tal vez las medidas más estructurales puedan comenzar a implementarse a finales de año. Quizá no sea necesario recordar que el Pacto se firmó el día 30 de mayo. Han pasado más de tres meses y aún no se ha entregado ni un borrador completo del dichoso plan, cuyo documento -firmado por todas las fuerzas parlamentarias, salvo el PP y Ciudadanos- estaba incrustado de inconsecuencias, inexactitudes y solapamientos. "En realidad, están estirando la liña", comenta una voz irritada entre los socialistas, "para ver qué proyecto presupuestario se puede hacer y qué perras vendrán transferidas desde Madrid". Mientras tanto Olivera mueve los vasos sobre el tapete de las reuniones para distraer a los asistentes y les invita a adivinar dónde está la bolita. Allá afuera, en el exterior, ya suman 8.000 los contagiados por el coronavirus y la curva se ha vuelto a disparar; Alemania y Polonia abandonan el mercado turístico canario; decenas de miles de isleños, ahora en ERTE, aguantan la respiración esperando que sus ingresos no se reduzcan un 50% al extenderse el expediente y cada vez parece más improbable que las clases comiencen en Primaria y Secundaria el día 15 (¿están ya contratados o no los 2.500 docentes de apoyo que anunció, por enésima vez, la consejera de Educación a principios de la semana?) y los padres y madres no saben dónde meter a sus hijos. La redonda bolita del viceconsejero Olivera no sabe que en Canarias viven más de 90.000 familias monoparentales, en una amplísima mayoría a cargo de una madre que, por lo general, no tiene empleo o se encuentra subempleada. En la reunión de ayer el vicepresidente y consejero de Hacienda parecía muy tranquilo. A Román Rodríguez esa tontería del plan no le quita el sueño. Lo que le angustia es pagar a los funcionarios y a los proveedores no ahora, sino dentro de tres o cuatro meses. Y la tesitura de apoyar un proyecto presupuestario en el Congreso que le impida diseñar unos presupuestos creíbles para Canarias. Ni CC ni NC son imprescindibles para sacar las cuentas que presente María Jesús Montero.

Para colmo Podemos ha puesto mala cara con el nombramiento de Conrado Domínguez como director del Servicio Canario de Salud. Quien ocupa todavía el cargo, Alberto Pazos, sufrió algún hipo por la compra de material sanitario durante el confinamiento y mostró su incomodidad sobre el proceso administrativo seguido al respecto. Esa es la oportunidad a la que se han agarrado Torres y Rodríguez para que Conrado El Deseado desembarque de una vez en el mando de la sanidad pública canaria. ¿Y quién era, precisamente, el responsable del SCS y de las compras que incomodan a Pazos? Pues el brillante Antonio Olivera. Mire la bolita. ¿Dónde está? ¿En el vaso de la izquierda o el de la derecha? Adivine dónde está la bolita.