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Zona de (mucho) riesgo

Los Gobiernos celebraron la derrota del virus y la limpieza de las calles cuando no era verdad que hubiera ocurrido, pero ni siquiera ese error dramático ha sido lo peor. Luego se fueron todos de vacaciones y colgaron en Instagram sus fotos felices de fiesta y jolgorio. Lo peor es la ausencia de liderazgo y sentido común, el exceso de marketing y postureo político, la improvisación constante y la incapacidad para adaptarse con reflejos a esta situación. Hay decenas de ejemplos. Uno: el Gobierno decidió prohibir a los centros privados de las islas iniciar el curso. ¿Por qué? ¿Hay algún motivo? Yo sólo encuentro uno, que no se note que algunos sí han hecho la tarea. Mientras la Educación pública debatía sofismas procedimentales, los colegios privados aplicaban con rigor protocolos de separación de clases, control por PCR de sus empleados, y funcionamiento en burbuja para todos los alumnos. Lo tenían todo listo. Pero no les dejan abrir para que no se perciba que ellos estuvieron trabajando desde junio para poder hacerlo en septiembre. Otro: Madrid anuncia que no va a permitir usar las instalaciones vacías de Defensa para atender a la gente desesperada que sigue llegando día tras día a las costas canarias en pateras. Ni Torres ni Pestana plantan cara, gestionan o pelean. Nadie parece consciente de que la situación se desborda. Ya hay mil menores en Canarias. Y Otro: ayer se confirmó -¡por fin!- que Conrado Domínguez será de nuevo director del Servicio Canario de Salud. Es el cuarto responsable desde que empezó este año de la peste. ¿Por qué han retrasado el nombramiento, y ahora nos dicen que era el mirlo blanco que podía poner en orden la carajera de seis meses de desgobierno sanitario? Pues para evitarle a Torres una guerra con el PSOE tinerfeño y su sector sanitario. Mientras, miles de sanciones por incumplimiento de las normas sanitarias siguen pendientes de aplicar, porque en Sanidad no saben como darles trámite. Es una vergüenza, pero es así.

Y otra: mientras el Gobierno se reunía con el ministro Illa a discutir quién pagará los PCR a los turistas -esos que nunca se harán- , llega la decisión de Alemania que supone el cierre prematuro de las expectativas creadas en el sector sobre la campaña de invierno: es difícil que alguien asuma viajar a las islas sabiendo que tras una semana de estancia deberá permanecer quince días sin ir a trabajar ni poder salir de su casa. Para un porcentaje importante de los turistas alemanes que vienen -los jubilados-, la declaración de zona de riesgo significa directamente que desplazarse a Canarias implica exponerse al contagio, a enfermar e incluso a morir. Lo curioso es que la decisión alemana esté siendo sido aplaudida por ciudadanos isleños en las redes, convencidos de que la enfermedad viene de fuera, y de que una suerte de autarquía sanitaria nos permitirá sobrevivir a sus efectos.

Muchos piensan que la seguridad es más importante que la economía. Y seguirán pensándolo hasta que descubran que sin una economía que funcione no hay nada que sea seguro. Nada. Si no se logra evitar el arrasamiento de la economía, la enfermedad nos acabará pareciendo una broma. Porque la pandemia va a seguir a nuestro lado al menos hasta que podamos disponer de dosis masivas de vacuna. Y eso no va a ocurrir en ninguna parte antes de mediados del próximo año. Hasta entonces, hay que seguir peleando contra el virus en los en las casas, las aulas, las calles y los hospitales. Hay que sostener el sistema educativo. Y los servicios públicos, la producción de las empresas y cobrar los impuestos. Y hay que comer, y vestirse, y pagar los alquileres. Si no funciona la economía, el Estado no va a poder mantenernos durante otro año más.

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