Pablo Casado aprovechó la celebración de una Junta Directiva Nacional centrada en la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo para afianzar su control y el de Teodoro García Egea en el partido. Aparte un personal ajuste de cuentas con Cayetana por su cabreada despedida, Casado hizo otros ajustes, por ejemplo, nombrar a Ana Pastor vicesecretaria de Política Social, a Xavier García Albiol, presidente del Comité de Alcaldes, y a José Luis Martínez-Almeida, nuevo portavoz nacional, un refuerzo de la figura del alcalde de Madrid que se produce precisamente antes del inicio de una semana singularmente complicada para la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. El cargo asignado a Almeida viene a ser un intento de confirmar lo que ya se ha querido escenificar con el cese de Cayetana: que el PP intenta un giro moderado, un reparto del espacio político conservador, en el que a Vox se le dejará el hueco por la derecha extrema, del que sea imposible desalojar a los de Abascal, y al PSOE se le va a combatir intentando amarrar voto a voto todo lo que hay entre Vox y los socialistas. Para hacerlo, el PP reinventa su discurso -ojo: un liderazgo no puede estar en esos bailes ideológicos de forma constante-, y Casado articula un discurso -dirigido ayer como una bala de plata al pecho de Cayetana- sobre el error de hacer "política de trincheras" y utilizar "palabras como puños" para defender las propias convicciones. Ese canto a trabajar en lsa recuperación de la moderación perdida no evitó que Casado calificara al Gobierno de Sánchez como un Gobierno que defiende la abdicación del Rey, la independencia de Cataluña y blanquea a los batasunos.

En realidad, lo que ha hecho el presidente del PP es reforzarse a él y reforzar a los suyos. Una pequeña limpia de incordios, entre los que -sin hacer mucho ruido- se ha quitado también de encima a Asier Antona, que ocupaba un carguito de menor entidad, el de responsable de la Secretaría Nacional de Política Autonómica. Fue el propio Antona quien explicó por qué le dieron el finiquito en la dirección del Partido Popular, alegando que se le pidió no acumular cargos, y optar entre mantener el de secretario de la Junta o el de portavoz adjunto del PP en el Senado. El primero no supone una nómina, o sea que la decisión no fue muy complicada.

Este cese de Antona -pactado según él, impuesto al parecer- se ha visto acompañado de la incorporación a la dirección nacional del partido conservador de los presidentes insulares del PP en Lanzarote y Tenerife, Astrid Pérez y Manuel Domínguez. También aquí el mensaje es claro: Egea avanza en su estrategia de rehacer acuerdos por la derecha en Canarias, empezando por las dos islas en las que el PP gobierna con el apoyo del PSOE. En Canarias y en La Palma los pactos salieron así por las conspiraciones de Asier, en Lanzarote ocurrió por las torpezas de Coalición en la negociación. Egea quiere reconducir ambas situaciones, pero es difícil que eso ocurra: en La Palma ganó Coalicion, pero es el PP quien ocupa la presidencia con apoyo del PSOE. Y en Arrecife también ganó Coalición, aunque gobierna Astrid Pérez, apoyado por las socialistas, que el PP fue la tercera fuerza política en la isla. Es un avispero muy difícil de resolver. Con Antona como responsable de Política Autonómica sería imposible. Por eso no está ya.