Cuando me disponía a disfrutar de la nueva novela de Gerardo Pérez Sánchez (La Laguna, 1972), titulada Historia desconocida de mis antepasados (Verbum, 2020), una persona allegada que ya la había leído me advirtió: "Se trata de una novela de amor".

Lo cierto es que esa afirmación no me parecía extraña, pero sí intuía que me encontraba ante una apreciación limitada o incompleta sobre el contenido de la obra, ya que este autor ha narrado historias de amor en publicaciones anteriores, en diferentes situaciones y contextos, aunque entendía que no constituía el elemento esencial de cada creación literaria, sino una parte más, importante y enriquecedora, de una visión de la realidad y de la ficción que puede resultar muy atractiva para cualquier lector, tanto por el fondo como por las formas en las que se expresan el escritor y sus personajes.

Cuando comencé a transitar por las páginas del libro me fui ratificando en mi percepción inicial de que la novela trascendía la propia historia de amor que vertebra el argumento, para guiar al lector a través de una accesible y sugerente narración hacia el lugar donde todo tipo de sentimientos y emociones se vuelven complejos y, sobre todo, contradictorios.

A este acierto contribuyen varios factores, como las tres voces desde las que se construye el relato, los diferentes saltos puntuales en el tiempo que el autor dispone a lo largo de ochenta años y los distintos escenarios en los que se desarrollan los acontecimientos, que van desde Güímar y Santa Cruz de Tenerife hasta capitales europeas como Madrid, París, Viena o Budapest, sin olvidar uno de los espacios en los que se define el porvenir de uno de los protagonistas y que está presente en todo momento como un denso rumor: el Océano Atlántico.

La novela tiene además el mérito añadido de haber sido creada por un escritor que compagina la narrativa con múltiples actividades, como la docencia como profesor en la Universidad de La Laguna, el ejercicio de la abogacía, la crítica cinematográfica y la publicación periódica en El Día y en diferentes periódicos nacionales de artículos sobre cuestiones de actualidad relacionados con el derecho, la justicia, las leyes y su aplicación en diferentes ámbitos de la sociedad.

Como sucede en muchos viajes literarios, lo que el lector desea es que no acabe nunca para seguir disfrutando con la experiencia. Pero, como todo en la vida, la obra tiene que tener un final, aunque esta propuesta parece concluir con un punto y aparte, como si el autor pretendiera, consciente o inconscientemente, que cada uno escriba un último y personal capítulo en su propia mente o en la vida real.