Las tres instancias del PSOE -la federal, la regional y la insular- han adoptado ya la decisión de liquidar la situación creada en el Ayuntamiento de Arona por la negativa del alcalde José Julián Mena a renunciar a su acta. Mena será privado de militancia, expulsado del partido, y la dirección de la agrupación socialista que preside Agustín Marichal, firme defensor de la rebeldía de Mena, será disuelta con carácter inmediato. La federal del PSOE nombrará a una comisión gestora que se ocupará de los asuntos municipales de Arona, presidida por la diputada regional Yolanda Mendoza, secretaria general de las Juventudes Socialistas en Tenerife y próxima al grupo Montesco de los rebeldes a Mena. Esa gestora iniciará a toda velocidad las gestiones para lograr que una de las concejales disidentes, Dácil León, se convierta en alcaldesa en sustitución de Mena al más breve plazo posible.

A pesar de la determinación de la federal y del apoyo explícito de la regional y la insular tinerfeña a esta operación, su conclusión podría no resultar tan fácil: primero hay que echar a Mena, una decisión que tiene que ser sometida a la Comisión de Conflictos del PSOE nacional, y que requiere de audiencia al interesado. Además, la expulsión puede ser recurrida ante los tribunales de Justicia, y si los tribunales se pronuncian con rapidez, Mena podría conseguir la protección de unas medidas cautelares -como ya ocurrió con la concejal Zambudio, o como ha solicitado Evelyn Alonso que le suceda a ella-, con lo que el PSOE no podría hacer efectiva la declaración de tránsfuga que permitiría a los siete concejales disidentes presentar una censura que pueda sumar los catorce concejales necesarios para sacar a Mena de la alcaldía.

Además, el PSOE sigue prefiriendo forzar la salida de Mena que someterlo a una censura que podría complicarse judicialmente e impedir un recambio inmediato en la alcaldía, que es lo que ahora quiere el PSOE. En los últimos días se estudia la creación de la gestora e Arona, que dejaría al alcalde sin el apoyo de la única dirección -la local- que aún le respalda. La disolución de la Agrupación es un golpe de fuerza para conseguir que los concejales que aún apoyan a Mena -entre ellos el leal Polo Díaz, "yo estoy aquí para proteger al alcalde", y las dos concejales nuevas en el consistorio- renuncien a sus actas o decidan seguir las instrucciones de la federal y apoyen la sustitución de Mena por Dácil León.

Varios de los concejales que han permanecido leales en el equipo de Mena comienzan a dar muestras de cierto hastío ante la situación creada, que alguno ha calificado de "insostenible" en conversaciones privadas. No sólo son conscientes de que apoyar a Mena supondría su propia expulsión del partido, sino también la pérdida de derechos y canonjías a las que hoy tienen acceso.

Ocurra lo que ocurra, el PSOE aronero está roto, y va a ser difícil recuperar su unidad de acción. Un viejo dicho político asegura que "las mayorías las carga el diablo". Y es verdad. Es increíble que Mena haya dinamitado en tan sólo un año el mayor apoyo conseguido por los socialistas en Arona en toda su historia. Lo tenía todo para convertirse en el nuevo Rodríguez Fraga del Sur tinerfeño y coger el relevo al indiscutible barón del socialismo insular. Pero le pudieron las prisas, la soberbia y -sobre todo- la confianza depositada en un constructor, un abogado y un viejo amigo de juventud, todos a la defensa de sus propios intereses, que han acabado con una de las carreras más prometedoras de la izquierda tinerfeña. Un verdadero drama. Político y personal.