San Juan Pablo II se refirió una vez a san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, como "el santo de la vida ordinaria". Ahora, en el día de su fiesta, lo podríamos hacer cercano, cuando la vida de todos entra en una normalidad nueva y, a la vez, "extraordinaria". ¿Quién no ha suspirado por el fin de la enfermedad, por la vuelta a la normalidad o por "aplanar la curva"? Luego, venían los propósitos: después del coronavirus volveré a hacer deporte, seré mejor madre, me pondré a estudiar de verdad, haré voluntariado, iré a ver más a los abuelos€ Los santos siempre tienen puntos de unión con nuestras vidas. San Josemaría también tuvo que estar confinado, entre marzo y agosto de 1937. Por entonces, el Opus Dei apenas llegaba a la veintena de miembros, y a muchos de ellos les tocó encerrarse con el fundador en la Legación diplomática de Honduras, en Madrid. Sin embargo, a lo largo de esos meses, san Josemaría se las arregló -como todos nosotros intentamos durante el encierro- para hacer rendir ese periodo con otras actividades. Y consiguió libros para estudiar idiomas, mantuvo una enorme correspondencia, y animó a sus compañeros a que, en ese tiempo en que no podían crecer hacia afuera, aprovecharan para "crecer para adentro". Años después, los que estuvieron encerrados con él viajaron por el mundo entero emprendiendo iniciativas de promoción social; escuelas; universidades. Cada uno de nosotros puede encontrar, en este tiempo extraño, su propio secreto para crecer para adentro. ¿Cuál era el de san Josemaría? Un convencimiento que intentaba llevar a cada instante de su existencia: "€hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno descubrir." Al Papa Francisco le gusta expresarlo diciendo que Dios nos "primerea": que quiere estar cerca de nosotros, y que podemos encontrarle en nuestros propósitos y nuestros errores; en nuestras responsabilidades y diversiones; en nuestras ilusiones y tristezas. Y que esa certeza alegre puede enseñarnos a servir a los demás con alegría. Por eso, en estos tiempos extraordinarios, podemos igualmente celebrar la fiesta de san Josemaría, procurando vivir la "nueva normalidad" sin encerrarnos. Compartiendo con Dios y con los demás nuestro día a día. Siendo para nuestros vecinos "santos de la puerta de al lado", como dice el Papa Francisco. Santos de la nueva normalidad.