Ahora que empieza lo que se ha dado en llamar la 'nueva normalidad' la temporada turística de verano se tiende a presentar en los medios como una absoluta catástrofe. Abundan los pronósticos acerca del impacto que la pandemia tendrá en nuestro PIB y en el empleo, pero lo cierto es que a veces esos pronósticos se hacen sin contar con las estadísticas. Dado que en Canarias tenemos la suerte de contar con un instituto de estadística cuya labor en el ámbito turístico ha sido reconocida internacionalmente utilizaré datos del último año para hacer un esbozo de los posibles escenarios de cara a este verano. Según el Istac los turistas que se alojaron en establecimientos de las Islas durante el año 2019 generaron más de 100 millones de pernoctaciones, lo que convierte al Archipiélago en la región líder en pernoctaciones turísticas en toda la UE, y generó unos ingresos directos en el sector alojativo de más de 4 billones de euros. Como los precios que se pagan son más elevados la temporada de invierno generó más ingresos que la de verano, y por ello podría decirse que el escenario del sector es menos catastrófico en Canarias que en otros lugares que centran su temporada turística en el verano. Ahora bien, dado que la mayoría de las pernoctaciones las generaron los turistas extranjeros, el 75% en agosto de 2019 y el 80% en julio, cabe plantearse cómo nos afectará la falta de turismo exterior.

Si desglosamos el análisis a nivel insular, la dependencia del turismo exterior en verano es similar en Tenerife a la del conjunto de Canarias (78% en agosto, 81% en julio), mayor en Fuerteventura (78 y 86%, respectivamente) y aún mayor en Lanzarote (84 y 86%), pero bastante menor en Gran Canaria (67 y 72% respectivamente). Y la diferencia la marca fundamentalmente el turismo interior: mientras que entre julio y agosto de 2019 se alojaron en Tenerife un 21% más de peninsulares que en Gran Canaria, el número de canarios alojados en Gran Canaria fue casi el doble que en Tenerife. El turismo local es mayor en el sector extrahotelero: los tradicionalmente conocidos como 'rusos', porque llegaban de las capitales a los 'Sures' cargados de bolsas de plástico, como los rusos iban a los muelles en la década de 1980, representaron más de la mitad de las pernoctaciones en agosto del año pasado en los apartamentos de La Gomera, y en torno a un tercio en los de Fuerteventura y Gran Canaria, mientras que bajaron al 10% o menos en los de Lanzarote y Tenerife. Este repaso somero a las cifras nos permite ver que en realidad las estadísticas no mienten. Titulares de prensa como que en algunas zonas y sectores han subido los precios de cara a este verano, aparentemente incompatibles con el mensaje general de "catástrofe turística", son en realidad la concreción de realidades muy distintas a nivel local. Un tercio de pernoctaciones generadas por canarios en los apartamentos y bungalós de Fuerteventura y Gran Canaria se corresponde a una realidad en que hay zonas en que hay muy pocos canarios y otras en que en verano casi copan el mercado. Por ello no es sorprendente que en algunas zonas suban los precios, pues a los canarios que siempre pasaban parte de sus vacaciones en las Islas se unirán este año los que lo harán por no poder salir.

Hace 20 años se decía que había que apostar por el turismo de calidad, cerrar apartamentos y construir hoteles de lujo. Tanto éxito tuvo ese discurso que se llegó a plasmar en la ley de Moratoria. Nadie se paró a reflexionar acerca de que los beneficios de ese turismo, en forma de rentas empresariales, acababan repercutiendo allá donde tuvieran su domicilio los dueños de las acciones de las cadenas hoteleras que apostaron por ese modelo. Por el contrario, los beneficios del modelo extrahotelero, en forma de pago de rentas por el alquiler de los apartamentos, acababan repercutiendo en las familias que eran propietarias de al menos un apartamento (cerca de 15.000 sólo en Gran Canaria). Una frase que se atribuye a Mark Twain plantea que "Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas". Pero lo cierto es que nunca son las estadísticas las que mienten, sino los relatos que con ellas se construyen.

Tener el poder quiere decir tener la capacidad de construir relatos que convenzan, y por ello las grandes empresas, que hace 20 años construyeron un relato para llenar nuestras costas de hoteles de 'lujo', ya han empezado a elaborar un relato acerca de la necesidad de recibir ayuda pública para mantenerlos porque generan empleo. Para construir una alternativa es necesario crear relatos diferentes convincentes. La historia turística de las Islas en los últimos 20 años se ha contado a menudo como un relato en el que la perdedora era Gran Canaria, por tener más apartamentos. Al fin y al cabo, ahí están las estadísticas, es la isla que menos ha crecido, ha perdido peso frente a las otras tres. Pero la misma historia también podría contarse como un relato de éxito: en lo que quizá podría considerarse un ejemplo de 'economía circular"' una isla que vive fundamentalmente del turismo en verano hace el agosto vendiéndoles 'turismo' a sus propios habitantes (que viven del turismo). Las estadísticas también permitirían construir este relato. La temporada turística de 2020 quizá la salven los 'rusos'. Ojalá que no lo olvidemos, y creemos las condiciones para que en el futuro lo de "disfrutar de Canarias" no sea tan sólo algo que unas cuantas empresas venden a gente que viene de fuera, lucrándose con ello, sino algo que esté al alcance de quienes aquí vivamos, nos llamen como nos llamen.