El Consejo de Ministros aprobó ayer un real decreto que permitirá a Canarias, el País Vasco y Navarra utilizar el superávit de 2018 y 2019 para hacer frente a necesidades corrientes, derivadas de la crisis sanitaria y económica. El presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres se ha referido a la decisión como 'histórica' (un calificativo de uso recurrente en las grandes ocasiones) y ha insistido en destacar el hecho de la gran conquista que esto supone para Canarias, porque el Gobierno sólo ha autorizado a las tres comunidades citadas a gastarse el superávit. Lo cierto es que mal podía el Gobierno autorizar el gasto del superávit público a otras regiones, cuando resulta que sólo Canarias, con un 0,7; el País Vasco, con un 0,5 y Navarra, con un 0,4 lograron cerrar el pasado ejercicio gastando menos de lo que ingresaban, que eso y no otra cosa es tener superávit. El resto de las regiones españolas lo que han tenido es déficit. Por eso, no es que Sánchez haya tenido un comportamiento excepcional con Canarias, es que mal podía Sánchez autorizar a Castilla-La Mancha, Cataluña o Galicia, a gastarse unos cuartos que no tienen. Lo que el Gobierno de Sánchez aprobó ayer es permitir que quienes tengan ahorros -las dos regiones fuera del régimen común de financiación y Canarias- puedan gastarse esos ahorros en contener el déficit que -con toda certeza- van a tener en 2020.

Para los gobiernos regionales es una ventaja poder disponer de esos recursos para cuadrar el gasto nuevo, aunque lo cierto es que tampoco es la cosa para tanto. Lo habría sido hace unos meses, cuando el superávit acumulado de Canarias suponía una cifra mucho mayor. En aquél momento, a pesar de las reiteradas declaraciones y peticiones de todos los partidos canarios para poder gastarse el superávit, el Gobierno sólo permitía usarlo para pagar la deuda contraída con los bancos, y eso fue exactamente lo que hizo la Hacienda canaria a principios de año, cuando le soltó 1.500 millones a los bancos y dejó en la caja del superávit (por llamarla de alguna manera) una cantidad aún por determinar -entre los 317 millones declarados por el Gobierno antes del estado de alarma, hasta los 389 millones que el Gobierno dice que hay ahora- que son los que Canarias va a poder usar para cuadrar sus cuentas, muy maltratadas por la crisis sanitaria, y que aún estarán peor cuando la otra crisis -la económica- se instale en las empresas, las instituciones y las familias.

Torres es un optimista y está muy contento por la decisión histórica, aprobada el mismo día que el Gobierno nacional aprobaba el fondo de 16.000 millones no rembolsables para ayudar a las Autonomías. Es verdad que aún sigue sin estar del todo claro cómo se van a repartir (aunque será también en cuatro fases, de aquí a diciembre, le han cogido el gusto a las fases), pero Román Rodríguez, que es menos optimista (es tan poco optimista que antes de acabar el 2019 aseguraba que las cuentas acabarían en déficit), volvió a recordarnos ayer que con el superávit no es que no lleguemos, es que ni siquiera nos quedamos cerca de llegar. Román calcula que le siguen faltando casi 600 millones para compensar la caída de ingresos, y volvió a reclamar que le dejen endeudarse, pero en serio, y a diez años vista. Y que desbloqueen los 500 millones que Madrid no nos ha pagado por la sentencia de carreteras. A esperar se ha dicho.