Una rama de la ciencia ficción se ocupa de los cambios que puede sufrir la historia si algún pequeño detalle, algún acontecimiento, hubiera sido diferente. Philip K. Dick fue el primero en plantear la victoria de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, con su extraordinaria novela El hombre en el Castillo, un asunto que también fascinó a Robert Harris en Patria o a Philip Roth (desde un punto de vista distinto, el triunfo de un candidato filofascista a la presidencia de EEUU -el piloto Charles Lindbergh- en La conjura contra América). En muchas ocasiones, los acontecimientos pueden variar por un pequeño incidente, que daría la vuelta a la historia: los viajes en el tiempo son un semillero de historias que lo ponen todo patas arriba, abonadas a la cuántica churrigueresca y los universos paralelos. Pero es cierto que en el universo real, se producen a veces situaciones que lo cambian todo. ¿Que habría ocurrido si Hitler hubiera tenido su aparato genital íntegro? Hay quien cree que tener dos testículos en vez de uno le habría convertido en un tipo menos wagneriano. ¿Habría sido distinto el mundo si Lincoln hubiera nacido en Moundville (Alabama) en vez de en Hodgenville, (Kentucky)? Probablemente€

A veces, cuestiones que parecen tener poca trascendencia práctica acaban por complicar mucho las cosas. Un ejemplo actual: una parte de los jueces del Constitucional quiere reabrir el debate sobre la nulidad de la toma de posesión de 29 diputados podemitas e independentistas, que se pasaron la fórmula tradicional de juramento o promesa del cargo, por donde Hitler padecía de criptorquidia. Algunos prometieron cumplir la constitución por la patria vasca, otros por el pueblo trabajador y hasta uno lo hizo por el planeta, que ya es megalomanía. Ante tamaña demostración de innovación y talento, los partidos de la derecha -Vox, PP y Ciudadanos- pidieron a Meritxell Batet que rechazara las ocurrentes fórmulas pero la presidenta contestó que la "política es pedagogía", una respuesta más escapista que ocurrente al problema planteado. El asunto pasó al Constitucional, donde no se tomó en consideración en la Sala primera, pero ahora, seis de sus doce jueces han solicitado que sea llevado a pleno, y basta con que lo hagan tres para que tal petición se discuta. Se decidirá este próximo lunes. Y ocurre que en el pleno del Constitucional hay mayoría de magistrados propuestos por partidos de derecha. Si el Constitucional decide que esos 29 diputados no asumieron el cargo, quedarían anuladas todas las decisiones adoptadas desde entonces por el Congreso, desde la elección de Sánchez y el nombramiento de su Gobierno hasta todos y cada uno de los decretos y nombramientos del no-Gobierno. ¿Podría ocurrir algo así en este país? Pues depende de lo que decidan sus señorías. Ya se sabe que llegados a un determinado punto (el Constitucional puede ser ese punto) un juez es un señor o señora que cree en eso de "que se haga justicia aunque perezca el mundo", que en latín, fiat iustitia ut pereas mundus, suena aún más tremendo.

Espero por nuestro bien que los magistrados de la calle Domenico Scarlatti sean menos aficionados a la ciencia-ficción de lo que es un servidor. Yo disfrutaría mucho viéndolo ocurrir desde lejos. Mejor en un universo paralelo.