Como el Llanero Solitario -¡Yahooo Silver!- la oposición en Canarias tenía guardada, antes de las pasadas elecciones, una bala de plata en la recámara: el caso grúas, abierto contra Fernando Clavijo. Las fotos de Clavijo entrando en los juzgados sirvieron para darle leña hasta en el carné de identidad.

Llegaron las elecciones autonómicas de 2019. Y luego el postpartido de los pactos. Fue entonces cuando la bala, cautivo y desarmado el ejército nacionalista, alcanzó sus últimos objetivos. Entre que Ciudadanos se negó a votar a un presidente imputado, que Clavijo tardó en entender que tenía que cortarse el cogote y que Asier Antona, en el PP, siempre elige, entre dos opciones, la peor, las negociaciones para formar gobierno acabaron en el actual pacto de las flores, con el PSOE en la presidencia.

La Justicia, que, como las novias, siempre llega tarde a todas las bodas, habló ayer. La sala de lo Penal del Tribunal Supremo, con el juez Manuel Marchena de ponente, decidió archivar la causa contra el expresidente Clavijo. Ni siquiera abre juicio oral. No hacen falta más pruebas que las ya existentes. Con encomiable laconismo jurídico la sentencia alaba el “minucioso trabajo” de la jueza instructora Celia Blanco pero establece que (sic) “la laboriosa exposición razonada remitida a esta sala ofrece todos los elementos de juicio necesarios para descartar la existencia de los delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos”. O sea, dicho con otras palabras, que en los propios papeles donde la jueza entendía que había delito, el Supremo ve claramente que no los hay. Tampoco es tan raro, porque eso es lo que había dicho inicialmente la propia jueza, que archivó la causa y que la tuvo que reabrir por instrucciones de la superioridad. Donde manda capitán....

Clavijo recibió dos señales muy evidentes de alarma en el casco del barco y justo en la línea de flotación. Primero una de la Audiencia Provincial de Tenerife, tan interesada en que el caso siguiera adelante que reabrió un caso cerrado por la jueza de instrucción; algo bastante inusual. Y después otra de la Fiscalía del Estado, que congeló un informe de la Fiscalía canaria, supuestamente favorable al archivo de su causa -un “borrador” dirían después- y decidió después que se encargaran de su acusación los pata negra de la Fiscalía Anticorrupción. Suficiente: dos disparos de aviso para salir por piernas. Que es justo lo que hizo Fernando Clavijo, que en vez de coger el AVE a La Meca cogió el tren del Senado, para irse a Madrid. Al estar aforado, su causa se vería en el Tribunal Supremo, lejos del tórrido clima de estas islas tan tropicales y tan suyas.

Clavijo, declarado ahora inocente, tendrá que esperar tres años para regresar al Parlamento canario y dar la batalla de la presidencia. Además, todavía tiene que ganar la batalla interna en Coalición Canaria, donde algunos le estaban esperando en la bajadita, para usar la misma bala que ahora se ha perdido como lágrimas en la lluvia. Las balas siempre son de un solo uso.

Malos tiempos

Soplan vientos de tormenta. El cese del coordinador de Urgencias del HUC ha causado una explosión imprevista, con el cese de su equipo. Tiene poco sentido que los “héroes” de anteayer hayan sido liquidados hoy. Y todo eso, en una Consejería de Sanidad que sigue vacante en una crisis de Gobierno que está tardando demasiado en solventarse. Por otro lado, el nombramiento del ex secretario de Organización del PSOE de las islas, Julio Cruz, para ocupar un puesto de libre designación en el Ayuntamiento de Santa Cruz ha levantado otra polvareda. ¿Para qué celebrar un concurso público de méritos para cubrir el puesto si se elige a dedo al cuarto clasificado? Misterio sin respuesta. Lo que podría haber sido una decisión discrecional de la alcaldesa, perfectamente legítima, ha quedado como una foto muy empañada y permite a la oposición darle caña al gobierno del PSOE con acusaciones de enchufismo y dedocracia. Julio Cruz tenía por delante a tres candidatos que, según la mesa técnica encargada de valorar los méritos, estaban más cualificados para ocupar el puesto que hoy desempeña. Y a los tres se los saltaron olímpicamente. O sea, un pan como unas tortas. Estos tiempos de crisis económica están también acompañados de una creciente crispación política. Cada vez hay peor ambiente.