La forzada paralización de la actividad económica -casi completa en muchos sectores, en especial, en el más fundamental turístico para las islas, el turismo- nos ha adelantado, de golpe, una profunda crisis económica que va a cambiar la experiencia de nuestra temporada estival sin darnos apenas tiempo a reaccionar, especialmente porque no nos han dado margen alguno de maniobra personal o económica.

Si algo sabemos es que este verano nuestras vacaciones van a ser muy diferentes. Se nos fuerza a repensar nuestro descanso y disfrutar de nuestro archipiélago, lo que facilitará volver a las casas familiares, muchas veces en los entornos rurales de las medianías.

Estas casas rurales, que permanecen en los recuerdos de infancia como entornos de diversión y libertad, están siendo muy valoradas y recordadas durante el confinamiento que sufrimos, al ser espacios de especial contacto con la naturaleza, con menor afectación que la ciudad y, especialmente, por la relación con espacios libres que tan importantes han resultado ser.

Sin embargo, muchas de estas casas se encuentran habitualmente cerradas y con la vuelta a las mismas se encontrarán en ellas una serie de patologías ligadas a la falta de uso y mantenimiento, que pueden convertir nuestra nostálgica de vuelta a las medianías en una pesadilla de obras y de mantenimiento; por ello, es importante saber reconocerlas y acometer de forma preventiva el acondicionamiento de las mismas.

Así, son muy comunes las entradas de ratones y cucarachas, que podremos tratar con numerosos productos o contratar empresas especializadas. Esta entrada está por lo general ligada a fallos en elementos de carpinterías y cerrajerías, que se deben ajustar en su movimiento, lubricar en sus elementos de giro o deslizamiento, y asegurar la estanqueidad con bandas al efecto.

Estos fallos en carpinterías pueden ser más generales y darse en toda la fachada, que puede acumular humedades interiores por condensación, por lo que deberemos permitir una buena ventilación. Si hemos de repintar algún elemento, utilizar siempre revestimientos o pinturas transpirables sobre un soporte bien preparado. La particular comodidad de estas viviendas, por lo general sin aislamiento térmico, no permite una adecuada transpiración al estar acabadas con pinturas más bien de piscinas. Sin embargo, estas pinturas -por lo general, al clorocaucho o al poliuretano- resultan idóneas para reforzar la impermeabilización de la cubierta o terraza, con una aplicación muy sencilla en la que no debemos limpiar bien la superficie de aplicación y que evita -o repara- las temidas goteras.

Las humedades en el interior, verdaderamente incómodas, suelen provocar la aparición de hongos -fácilmente eliminables con fungicidas- pero también daños materiales como desconches y desprendimiento de esquirlas provocadas por la humedad continuada en los revestimientos. En este caso, un saneado con cepillo, dejar orear y un emplaste que acabaremos con pinturas permeables será la mejor opción. Esta operación con cepillo será clave también en oxidaciones de elementos metálicos, que igualmente debemos proteger con una imprimación para detener esa oxidación y acabar en esmalte del mismo color para protegerlos de manera duradera.

Párrafo aparte merecen las instalaciones, que por el desuso se han podido inutilizar por atascos o calcificaciones, que provoca mal funcionamiento de electrodomésticos. Se recomienda probarlos todos, inicialmente a carga baja, para comprobar que funciona tanto la conexión de la vivienda con la salida, como el sistema final, sea por conexión a la red general, o si no la hay -desgraciadamente común- el estado de los pozos o minas.

Pueden existir sin embargo otros problemas que revisten mayor gravedad por las afectaciones a los sistemas fundamentales del edificio, generalmente fallos en elementos de cubierta por humedades que han ido sufriendo con los años y no se han corregido.

Ello es la principal causa de ruina en las edificaciones tradicionales de nuestra tierra, y que implicará una intervención especializada. Estas intervenciones de profesionales son la garantía que necesitarán para afrontar con tranquilidad unas vacaciones anómalas que, sin embargo, son una oportunidad para encontrarnos con un entorno de tranquilidad y con la naturaleza cercana que, en muchos casos, serán una oportunidad de volver a redescubrir y poner en valor todo lo que guardan nuestras islas.