Se va asentando y extendiendo la idea de que la mayor parte de las personas que habitamos cualquier lugar de este planeta vamos a experimentar una situación crítica y hasta inédita en nuestras vidas. La crisis socioeconómica parece que será muy profunda y prolongada en el tiempo, además de global, y que, de una u otra manera, con mayor o menor intensidad, nos afectará a todos y a todas, pero, particularmente, a las personas, familias, colectivos y territorios más frágiles y vulnerables. Sus primeras repercusiones ya espantan, aunque resguardados en nuestros domicilios quizás todavía no la hemos conocido de manera directa y sobre todo general.

Al respecto, mi mayor preocupación es que las instituciones piensen que podrán resolver esto por su cuenta, sin incluir al conjunto social en la réplica que se debe articular, confiadas en que será suficiente el escudo público. Mi mayor convicción es que solo podremos enfrentar lo que se nos viene en cima si sumamos todos los esfuerzos, medios, recursos y contribuciones actuales y futuras y nos organizamos bien. La capacidad de organizarnos a escala local será una clave esencial, conjugando la respuesta posible desde las instituciones con el imprescindible aporte ciudadano y del resto de entidades que allí tienen presencia, incluyendo el propio aunque debilitado sector empresarial.

El tema es que estamos casi exclusivamente pendientes y anclados en la respuesta asistencial, imprescindible pero insuficiente de cara al futuro inmediato, cuando nos alcancen las distintas ondas de la crisis, especialmente en su vertiente económica con sus inmensas implicaciones sociales y hasta ambientales. Pienso que ahora también es el momento de orientar una parte de los esfuerzos y recursos disponibles, aunque sean básicos, hacia la mejora de nuestra capacidad organizativa y de respuesta conjunta, con perspectiva comunitaria, aprovechando además el surgimiento en muchos lugares de valiosas iniciativas ciudadanas que pretenden incluirse en la solución. Luego puede ser tarde, porque, entre otras cosas, es posible que la sociedad ya no esté en condiciones de formar parte de esa estrategia más coral y se vaya descolgando de manera progresiva. Y aunque muchas personas tengamos este pensamiento y lo estemos intentando compartir por distintas vías, parece que no llega o no consigue concentrar de manera generalizada la atención de las personas que tienen que tomar decisiones al respecto. Una de las posibles explicaciones es que se ha avanzado más bien poco en participación e implicación social en los últimos tiempos, pese a las buenas intenciones siempre expresadas, lo que supone un hándicap y enorme debilidad en las circunstancias actuales. Escasos instrumentos hemos logrado desarrollar que propicien esa imprescindible confluencia que facilite enfrentar juntos contextos de adversidad.

Con todo, pienso que tenemos conocimiento, método y experiencias colectivas que han producido aprendizajes a lo largo del tiempo para poder ir conformando entornos que ofrezcan una mejor y más integrada respuesta comunitaria a esta crisis -entornos más resilientes-, que no será una crisis más según todos los indicios. Un tipo de respuesta que además nos fortalezca y capacite para enfrentar futuras coyunturas de enormes dificultades, producidas por agentes similares o tal vez diferentes causas que asimismo ya es posible aventurar, como las relacionadas con el cambio climático y sus previsibles e inciertos efectos.

Fundamental será entonces adelantarnos a los acontecimientos y para ello precisamos de todas nuestras capacidades y posibilidades, sumando y hasta multiplicando cuando sea necesario. La aspiración compartida es que nadie se quede atrás, lo que requiere que todos y todas debemos incluirnos. Y aquí adquiere un especial protagonismo la administración, facilitando los medios y propiciando el contexto para que se produzca ese cambio que nos hará más conscientes, solidarios y corresponsables de las estrategias precisas para revertir el descenso pronunciado de la curva, de la curva de nuestro bienestar individual y colectivo. Esa inversión tendrá seguro muchos beneficios, ahora y más adelante, dado que, sin comunidad no habrá futuro.

* Geógrafo y profesor de la ULL