El espectáculo del Parlamento ayer, con una "histórica" sesión virtual de la Diputación Permanente, estuvo a la altura del siglo XXI en la macaronesia guanche. Y mostró cómo se desenvuelven nuestros diputados decimochonicos en un entorno no presencial.

Primero sirvió para que el presidente del Parlamento, Gustavo Matos, adelgazara los kilos de más que ha podido coger con el aislamiento. Porque sufrió el hombre lo que no está escrito. Tanto que acabó con unos versos de Millares que cualquier runner haría suyos: "son las nubes las que corren, no la luna". Los goterones de apuro que que Matos echó a lo largo de toda la sesión, con los fallos y estropicios de la comunicación no presencial, le debieron recordar los sudores de una inacabable maratón. Más de una vez puso los ojos en blanco, mirando hacia las corredoras nubes de Millares -aunque el techo del Parlamento está lleno de ilustres músicos- en clara señal de exasperación. "¿Qué he hecho yo para merecer esto?"

La señal -en la web del Parlamento- se cortó en varias ocasiones. Pero bueno, son cosas del directo, como dicen en televisión (menos en la nuestra, que nunca dicen nada). Lo que no tiene un pase es la impericia de sus señorías en el manejo de la tecnología que usan sus hijos. ¿Cómo se puede ser tan tronco? ¿Es que esta gente no usa el Skype? José Miguel Barragán, de CC, se pasó la intervención moviendo el brazo derecho fuera de plano -como si le estuviera dando una colleja a alguien- distrayendo a la gente que le estaba viendo de lo realmente importante, que es lo que estaba diciendo.

Cuando el medio es la imagen, el contexto es una pieza esencial del texto. Y salvo alguna honrosa excepción, los oradores eligieron maneras espantosas de aparecer en pantalla. No puedes salir en el salón del abuelo, ni con una pared mal alineada, ni con un plano que te coge de abajo arriba, que más parece la fiesta de los cabezones que una intervención parlamentaria. Muchos hablaban sin mirar a la cámara, con la vista perdida en los folios que leían y que, con mucho desacierto, habían colocado tan lejos del objetivo que al final terminaba enfocándose la oreja.

Nayra Alemán, la portavoz del PSOE, protagonizó uno de los momentos más divertidos de la plomifera virtualidad. El presidente Matos la interrumpió varias veces porque se la escuchaba, pero se perdía su imagen. "Señora Alemán, disculpe. Hay un fallo técnico. La escuchamos pero no la vemos. Estamos intentando arreglarlo". Y los pobres técnicos corre que te corre para comprobar qué demonios pasaba. Hasta que alguien descubrió que Alemán estaba tapando la cámara con los folios que estaba leyendo. Gustavo Matos resoplaba.

El presidente Torres, felizmente recuperado del golpe en la cabeza que se dio el día que encargó un sondeo de imagen -con la que está cayendo- fue el que mejor escenificó su puesta en pantalla. De largo. Lo que dijo ya es otra cosa. Algo virtualmente intrascendente.