Ya tenemos las primeras medidas del Gobierno contra la gran crisis que viene. Y, si uno las analiza, es como tirarle el tapón de corcho de una botella de vino a una persona que se está ahogando. Y da la sensación, además, de que el que tira el corcho se ha bebido antes la botella.

Se ha decidido aplazar el pago de las cotizaciones de las pequeñas empresas y los autónomos de mayo a julio. Pero se ha hecho después de clavarles la cuota de marzo. Y después de abrir el plazo de la declaración de la renta como si este año no hubiera pasado absolutamente nada. ¿De qué vale aplazar unos impuestos que luego se van a tener que pagar junto a las cuotas correspondientes de los meses que vienen? ¿Nadie les ha explicado que después del mes de julio vamos a estar igual o más jodidos que ahora mismo?

El kit de maquillaje de izquierda verdadera incluye algunas medidas de gran sonoridad social. Por ejemplo: la prórroga automática de los alquileres sin subida de los precios preestablecidos (una medida que favorece al que paga y perjudica al que cobra). Por ejemplo: créditos de hasta seis meses a inquilinos para abonar el alquiler a propietarios particulares (entre lo que se piden y se conceden los créditos, muchos propietarios terminarán asfixiados). O, por ejemplo: prohibición de desahucio de la vivienda habitual (que a ver cómo se defiende eso en los juzgados).

No es que las medidas estén mal. Pero es como tratar con paracetamol una septicemia. El gasto público permanece intacto. Ni una señal de austeridad y de sacrificio. Este buen Gobierno de buena gente no se ha enterado de lo que nos viene encima. Y no se ha dado cuenta de que no se va a poder arreglar pasando la bolita de un vaso al de al lado. A la sociedad no se le pueden pedir más esfuerzos, viniendo de la que venimos. Las clases medias de este país estuvieron a punto de extinguirse como los dinosaurios con la última crisis. El Gobierno de Rodríguez Zapatero intentó combatirla con más gasto público y España acabó arruinada e intervenida. ¿Vamos a hacer lo mismo otra vez? ¿Para que luego venga la derecha y nos tenga que romper el lomo a impuestos durante cinco o seis años para "salvar España"?

Hace unas semanas -antes del coronavirus- el sector público de este país se subió los sueldos un 2%. O sea, más de 2.500 millones de euros en una masa salarial de 129.000 millones para cuatro millones de empleados. Y veníamos de una subida de 4.000 millones -entre aumento de personal y de salarios- del año pasado. Nada de ahorrar para el futuro. Viva la fiesta.

Ahora vienen curvas. Y la vieja receta anticrisis que ya conocemos -eliminar inversiones productivas, aumentar gastos sociales y mantener gordita a la feliz burocracia- acaba siempre como ya sabemos: los de siempre lo tienen que pagar con sangre, sudor y lágrimas. Visto lo visto, esta vez va a pasar lo mismo.