En 1921, el director ruso Lev Kuleshov demostró que el uso y orden de las imágenes trasladaba un poder al espectador sobre la lectura y emociones de las mismas. A esto se le llamó 'Efecto K'. El experimento consistió en alternar el mismo plano del rostro -aparentemente neutro- del actor Iván Mosjukin con diversos planos de diferentes objetos. Los espectadores, en función del plano que acompañaba al rostro, adjudicaban una emoción distinta al actor. Kuleshov demostró con esto que la película se resignificaba en la mirada del observador.

Siguiendo esta estela, los directores canarios Silvia Navarro y Miguel G. Morales proponen el proyecto De los nombres de las cabras para que el espectador se cuestione y realice una deconstrucción de la mirada, la memoria y la identidad de lo que hasta ahora ha sido la historia de Canarias.

A través de los archivos sonoros del arqueólogo Luis Diego Cuscoy, durante su estancia en los años cincuenta y sesenta en las islas, y varios archivos fílmicos y fotográficos, algunos de amateurs, los cineastas han realizado una pieza que expresa muy bien ese mosaico cultural que ya comenta Cuscoy en el vídeo: "Hoy es imposible hablar de una cultura canaria, tenemos que hablar de un mosaico de culturas en Canarias".

Fascinado por las páginas que definen al habitante aborigen, Cuscoy acude a las islas para buscar y enfatizar esa cultura anhelada. Durante el metraje, la cinta evidencia un nuevo discurso que cuestiona el imaginario sobre esta figura a través de interrogatorios que se transforman en conversaciones amistosas con los últimos pastores de esos años.

El arqueólogo hace las preguntas condicionando sus respuestas y De los nombres de las cabras se convierte en una clasificación y manifestación de las capas que construye la mirada desde esa posición de poder. La isla se desvela, entonces, como un lugar construido desde el afuera, desde la otredad y se transforma en mito.

El largometraje muestra una narrativa antropológica que desmitifica el concepto de isla como lugar exótico a través de una imagen construida y ambicionada, precisamente, con dicha mirada. Se trata de una excavación que pone en tela de juicio el propio cerco de la investigación. Capas y cuevas, arqueología y grietas; es la intención de hacer y salvaguardar, desde el poder y la fascinación, una Canarias que estaba en plena revolución cultural. En palabras de los cineastas: "En los años sesenta, Canarias cambió. Cuscoy vio ese cambio y quiso rescatar un mundo que estaba desapareciendo bajo sus pies. Los espacios sepulcrales se encontraron gracias a los pastores y alfareras, convirtiéndose en importantes informadores desde una relación basada en el mito que no era igualitaria".

Poética y política es esta pieza independiente que llevó consigo cuatro años de investigación en más de treinta fondos fílmicos nacionales e internacionales. Silvia y Miguel, junto al montador Ivó Vinuesa y el músico Juan Carlos Blancas han realizado una película hipnótica que descubre en esas cuevas nuevos discursos que dan cabida a otras posibilidades. ¿Son las islas ese espacio de extrarrepresentación? ¿Consigue el último observador llenar las citadas grietas de la memoria?

Ha sido galardonada como mejor película en su estreno mundial en la sección internacional de IndieLisboa International Film Festival y con el premio Latexos del Festival Internacional de Cinema de Pontevedra, Novos Cinema, de este último año. De los nombres de las cabras también podrá verse en el Festival Internacional de Las Palmas y en el festival de la ciudad de Leipzig en el mes de abril. En Tenerife podrá verse en el Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias en el municipio de Garachico a finales de mayo.