Si no fuera porque es serio sería para partirse de risa. Porque tiene muy poquito sentido, como no sea el del sentido del humor. Desde el Gobierno de estas ínsulas baratarias se anunció hace poco un proyecto para poner impuestos verdes a las actividades más contaminantes en las islas. Pese a que algunos lo calificaron de un globo sonda, como todo anuncio de impuesto tenía más de sonda que de globo.

Con el pánico del coronavirus, la caída de las reservas del turismo, el desplome de las bolsas y los fúnebres presagios de la OCD sobre el frenazo de la economía mundial, lo de los nuevos impuestos pasaron a un segundo plano. No estaba el horno para muchos bollos. Pero desde luego la idea sigue ahí. Primero, porque existe la voluntad de castigar a los que más contaminan -transportes por carretera, barcos, aviones, centrales eléctricas, etc- y después porque si se quiere no ya mejorar sino mantener en precario nuestro estado del bienestar en Canarias, va a ser necesario ingresar más dinero en unas arcas públicas que pueden empezar a tener dificultades hacia el segundo semestre del año.

Lo más gracioso es que ahora el Ministerio de Hacienda anuncia una tasa al queroseno de aviación y ha sacado un documento para poner la carne el salmuera. Y hay voces, desde la oposición nacionalista, que han advertido que en el proyecto de banderillas de castigo se incluyen los territorios insulares, cosa que el presidente de Canarias, Angel Víctor Torres, ha desmentido. El presidente canario ha dicho, más o menos, que aún no se ha conoce el articulado de la ley que creará ese gravamen, sino solo el documento sometido a consulta pública donde no se exceptúa a los territorios insulares. Pero afirma que a él sí se le ha precisado por parte del Gobierno de España que habrá una excepción con "el hecho insular".

Y digo yo: si el Gobierno de Canarias es plenamente consciente -cosa de la que me alegro- de que meterle un impuesto al combustible de los aviones nos parte por el eje, porque las islas dependen casi en exclusiva de los vuelos para el transporte de viajeros y mercancías, ¿con qué cara le está pidiendo a Madrid lo que hace algunas fechas anunciaban algunos que íbamos a hacer nosotros con nosotros mismos?

Es fácil deducir que una tasa verde en Canarias recaería en el precio de los barcos que se mueven entre las islas echando negros nubarrones por sus chimeneas, lo mismo que en el pasaje de los aviones que cruzan la autopista de los cielos de las islas. Y que se gravaría con más impuestos aún el precio de las gasolinas y el gasoil que consumen nuestros camiones y coches, además de pagar los impuestos de circulación, las ITV y los seguros de marras.

Tiene muy poquito sentido que ante Madrid se esgrima recurrentemente el hecho insular y las penurias que padecemos en las islas y a nivel interno alguien siga pensando en meternos un rejón de castigo.